Así de curioso, San Ambrosio, patrón de los apicultores, no tuvo abejas. El patrón de los apicultores y de la ciudad italiana de Milán, donde fue obispo y cuya festividad se celebra el 7 de Diciembre, nació en Tréveris (Alemania) en el año 340, falleciendo a los 57 años, en el añó 397.
Esta fecha es también elegida por la Scala de Milán para empezar su temporada de ópera.
Simbología del patrón de los apicultores
A San Ambrosio, como otros obispos, es representado con su vestido episcopal, palio, mitra y pectoral. Y a veces con abejas.
Entorno a la vida de San Ambrosio
Ejerció de joven como abogado, destacando en dicha rama.
Accedió al obispado de Milán por aclamación popular, siendo su mayor aportación a la teología occidental su notable capacidad para formular de manera clara los problemas, y para elegir, asimilándolos de otros autores y haciéndolos propios, las soluciones más exactas.
Es una de las razones por las que fue nombrado uno de los 4 doctores de la Iglesia Occidental, junto con san Jerónimo, san Agustín de Hipona y san Gregorio Magno.
Mantuvo una relación «peculiar» con el emperador Teodosio y fue contemporáneo de San Agustín.
Hasta aquí un poco de su biografía , y ahora la gran pregunta…
¿Dónde está su relación con las abejas?
No se conoce que publicara libro alguno de apicultura, ni tampoco que compusiera ningún himno sobre las propiedades de la miel.
Sí que hemos encontrado en «El libro de la Miel», de Eva Crane, un texto que se le atribuye a San Ambrosio, poniendo como ejemplo de vida a las abejas, por su tipo de vida ordenada y su aparente «castidad».
Haz que tu trabajo se parezca al de un panal de miel, pues la virginidad puede compararse con las abejas en su laboriosidad, su modestia y su continencia.
La abeja se alimenta del rocío, no conoce el apareamiento y fabrica miel.
El rocío de la virgen es la palabra divina, porque las palabras de Dios descienden como el rocío. El fruto de la virgen no tiene mancha.
El producto de la virgen es el fruto de sus labios, sin amargura, con una dulzura abundante.
Trabajan en común, y sus frutos son comunes.
San Ambrosio, siglo IV, en el discurso Tratado de la virginidad.
Sobre los enjambres de abejas de San Ambrosio
Las leyendas afirman que un enjambre de abejas salía por su boca cuando hablaba, expresando metafóricamente que daba gusto oírle hablar.
Otras fuentes citan, que de pequeño un enjambre se le aproximó posándose sobre sus labios, entrando y saliendo de su boca como si quisieran hacer miel allí.
Representaciones de San Ambrio
Poco robusto lo anterior, a mi humilde entender, aunque en el siglo XVII, el pintor Juan de Valdés Leal narra a través de su lienzo un milagro que tuvo lugar en la niñez del santo, durante su estancia en Roma donde su padre era gobernador.
En la habitación del palacio donde el pequeño descansaba entró un enjambre de abejas que revolotearon alrededor del niño dormido e incluso se introdujeron en su boca. Cuando los insectos se retiraron, el santo no tenía ninguna picadura.
Relación abejas con almas de recién nacidos
Según Eva Crane, estaba extendida la idea en esa época de que las abejas beneficiaban a las almas de los recién nacidos que acababan de llegar a este mundo.
Por eso, muchas virtudes de las personas se relacionaban con el hecho de que unas abejas o enjambre se habían posado en su boca en la infancia, otorgándoles algún don.
En otras lecturas que hemos realizado, afirman que se le conocía como Doctor Miel, por su dulzura al hablar y la conciliación que con sus palabras, realizaba entre ideas o partes opuestas.
Pero la relación que más me gusta a mí, es el parecido de su nombre con el de ambrosía (manjar o alimento de los dioses).
Así, asimilando a la miel con este alimento, todos contentos.
Aunque, bien pensado, menos mal que nos quedamos con San Ambrosio, ya que su sucesor fue San Simpliciano y francamente, suena un poco peor.
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