«Hasta mis 48 años apenas me interesó la apicultura; sin embargo, a los 49 no podía pensar en otra cosa. ¿Cómo es posible?» (Sherlock Holmes en el libro Mr. Holmes de Mitch Cullin)
Este año vamos a poder disfrutar de la película «Mr. Holmes», donde el conocido detective interpretado por Ian McKellen tiene ahora 93 años y utiliza la jalea real de su abejero o colmenar para combatir los efectos de la edad en su cuerpo. Todavía, a pesar de todas las series, películas y libros sobre este personaje, es posible descubrir nuevos enfoques del mito de Holmes.
La película se basa en un libro del 2005 con el mismo nombre del escritor Mitch Cullin, que sí nos hemos leído, y que nos ha gustado.
Algunas cosas que nos ha sorprendido durante su lectura os las contamos a continuación.
Holmes se dedicó a anotar todas las picaduras de abeja recibidas en su vida, nada más que 7816 «caricias» de las abejas obreras, dejando constancia escrita de las zonas dónde fue picado: la mayoría en la cara y en las manos, otras en los lóbulos de las orejas y alguna menos en el cuello o en la garganta.
Si alguien quiere saber más sobre sus efectos en el cuerpo del Sr. Holmes, puede ir a su casa de Sussex en Reino Unido y consultar sus notas, que guarda en su biblioteca personal.
No nos queda clara cómo se las ingenia para traer de su último viaje a Japón un par de muestras de abeja japonesa, la Apis cerana japonica. Sí nos dice el motivo de su visita a este país asiático, conocer de primera mano esos extraños alimentos que podrían alargar su vida, como la pimienta de Sichuán.
Y nos habla de lo que hace con la miel de su abejero en el siguiente pasaje del libro, que no es otra cosa que disfrutar regalándola:
«Holmes sabía que la señora Munro cumpliria con su parte y llenaría con la miel sobrante tarro tras tarro, para llevar una remesa a la vicaría, otra a la beneficiencia y otra al Ejército de Salvación, cuando acudiera al pueblo a hacer recados. Holmes, a través de estos regalos, creía que también estaba haciendo su parte: repartir el viscoso producto de sus colmenas, algo que él consideraba un saludable derivado de su verdadero interés (la apicultura y los beneficios de la jalea real), entregándolos a aquellos que distribuirían justamente los muchos tarros sin etiqueta para que su nombre no se viera nunca asociado a la donación y proporcionando una beneficiosa dulzura a los menos afortunados de Eastbourne y, con un poco de suerte, de otras partes».
El resto de misterios, como sus constantes pérdidas de memoria, el motivo por el cuál se hizo apicultor, el relato de la armonicista de cristal o sus aventuras en Japón, os lo dejamos reservado a los lectores de este libro, en el que se puede disfrutar oyendo a Holmes o a su aprendiz de abejero Roger hablar con cariño de las pobladoras de la ciudad de la cera.
En cuanto a la película, ha sido filmada en Londres y en Sussex, comarca donde se supone que Mr. Holmes tenía su casa y su abejero o apiario. Dirigida por Bill Condon, su Sherlock anhela recuperar la memoria, en particular, la del último caso donde trabajó como detective 30 años antes. Fue un caso donde un marido agraviado interpretado por Patrick Kennedy pide ayuda a Holmes para discernir el misterio de su depresiva esposa sin hijos, representada por la actriz Hattie Morahan; una armónica de cristal, con posibles poderes ocultos aparece en la historia.
En Japón, Holmes, en busca de la pimienta de Sichuán, es acompañado en su viaje por el Sr. Umezaki ( Hiroyuki Sanada ), que utiliza al detective para descubrir una antigua historia relacionada con su padre.
Un Holmes más tranquilo y con muchas dificultades para recordar si ha tomado su desayuno o qué es lo quiere hacer durante el día, pero que sirve para enriquecer aún más a este personaje universal.
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