Existen tríos apícolas excepcionales, como el formado por las abejas, el apicultor y la colmena, o el que integran la abeja reina, las abejas obreras y los zánganos.
En nuestro caso son tres personas, François Huber (Ginebra 1750-1831), su mujer Marie Huber (de soltera Marie Aimée Lullin) y su sirviente, François Burnens.
François Huber, conocido como el «Príncipe de las abejas», perdió la vista en su juventud. Pero ya su padre le había metido en el cuerpo la pasión por el estudio de las ciencias naturales.
Por eso, pese a su ceguera, no cesó en sus observaciones de las abejas, apoyándose en dos personas que se convirtieron en sus ojos: su mujer Marie, con la que compartió felizmente toda su vida, y que además de madre y esposa, ejerció como colaboradora en sus trabajos de observación y redacción, y su criado y luego asistente, François Burnens, al que se consideraba erróneamente un lugareño ignorante, y en el que finalmente se depositó la confianza par realizar los experimentos, tras demostrar una perseverancia casi infinita, y un aguante y valentía fuera de lo normal ante las picaduras de abejas.
A ambos mostró François Huber su agradecimiento y compartió el éxito de sus descubrimientos. Tampoco le faltaron a François Huber los recursos económicos y la disponibilidad de tiempo, así como el rechazo de muchos científicos de la época ante las nuevas afirmaciones sobre las abejas de un ciego (François Huber) y de un labriego (François Burnens).
Su libro publicado en 1792, «Nuevas observaciones en las abejas», ofrecía en su contenido un gran número de novedades en cuanto a las abejas, fruto de todos sus experimentos y años de dedicación.
- Confirmó que el polen es el principal alimento de las abejas.
- Investigó métodos de multiplicación de colmenas distintos a la enjambrazón natural.
- Se dio cuenta de la existencia de las abejas pilladoras.
- Descubrió que la reina se fecundaba al aire libre fuera de la colmena y volando, y que la inseminación de las primera semana de vida de la reina le permitía seguir poniendo huevos varios años. Desde 1787 a 1789 hizo pruebas para confirmar que retrasando la cópula a las reinas vírgenes más de 20 días ya no pueden parir reinas obreras, sólo machos o zánganos.
- Huber fue el primero en observar que las antenas son para las abejas los órganos del tacto.
Otros experimentos verificados por Huber en las abejas:
– Origen de la cera en la colmena. Huber se propuso conocer si la cera era una secreción del cuerpo de las abejas o provenía de una recolección especial de ciertas sustancias vegetales.
Dado que en el siglo XIX se afirmaba que la cera era un producto para el que la abeja necesitaba recoger polen, se puso a confirmar esta suposición.
Probaron a encerrar a las abejas en la colmena, eligiendo un enjambre recién salido. Durante cinco días completos, miel y agua fueron los únicos alimentos a los que las abejas tuvieron acceso, ya que estaban encerradas.
Resultado: las abejas construyeron nuevos panales de cera dentro de la colmena. No se quedó satisfecho, y siguió probando.
Para descartar que las abejas del enjambre se hubieran aprovisionado de polen y lo llevaran en su estómago antes de su encerramiento, colocaron de nuevo el enjambre en la colmena y sólo alimentado con miel, volvieron las mismas abejas a construir panales de cera, como en los días anteriores. Hasta cinco veces volvieron a retirar nuevos panales de la colmena y las abejas a construirlo.
La prueba final la realizaron suministrando sólo polen al enjambre. No hubo construcción de panales.
Por lo tanto, su conclusión es que es la ingesta de miel por las abejas es la responsable de que éstas elaboren cera.
A pesar de su buena experimentación, Huber se equivocó. Hoy sabemos que son los azúcares del néctar o de la miel los que se transforman en cera gracias a cofactores presentes en el polen. Así que ambos, néctar y polen son necesarios.
– Conversión de las larvas de obreras en abejas madres. Huber ya sabía que en el momento en que las abejas pierden la madre de una colonia, horas después emprenden los trabajos para reparar su pérdida. Si cuentan en la colmena con gusanos de obreras de menos de tres días de vida, amplían una serie de celdillas y los colocan en ellos. De ahí saldrá una nueva reina madre.
Y hasta se permitió proponer un tipo de colmena (similar en su forma a las hojas de un libro), precursora de la colmena Langstroth. Una vida de sacrificio que permitió avances y descubrimientos relevantes en apicultura.
Lecturas recomendadas:
– The Beekeeper´s Pupil, por Sarah George.
-Las abejas, de H. Hamet.
Francesc
Muy interesante lo de Huber
Alberto
Hola Francesc, pues sí, un señor listo y respetado por los apicultores. Gracias por comentar.