La colmena no es algo aislado, sino integrado y con muchas relaciones con su entorno.
Uno de los visitantes más fieles del colmenar, especialmente en los días que hace frío o llueve, es el abejaruco, que sabe que en esas cajas de madera, se esconde un insecto que forma parte de su dieta, las abejas.
Esta dieta se amplía con mariposas, libélulas, avispas, moscas y en general todo tipo de insectos.
No es el número de abejas consumidas lo que preocupa al apicultor (según un estudio de la Universidad de Murcia, unas 1500 abejas obreras por abejaruco en los 6 meses que permanece en la península), sino el miedo que provoca a las abejas el saber que hay un pájaro esperando para comérsela, lo que hace que no salgan de la colmena.
Su vista es muy aguda, y detecta sus presos hasta 100 metros de distancia.
Vuelan en bandadas y perchean juntos. Eso sí, antes de engullir a las abejas, que atrapa en vuelo, les quita su aguijón.
La acción de desarme del aguijón de sus presas, lo hacen posándose en un árbol y frotando su aguijón sobre las ramas para eliminar el veneno.
La llegada de los abejarucos se produce en el mes de Abril.
Los meses siguientes los dedican a buscar y construir su alojamiento, que no son nidos sobre los árboles, sino galerías de hasta 1,5 metros de largo que cavan en zonas arenosas, preferiblemente en taludes y cortes, utilizando sus picos y patas.
Luego pondrán los huevos,entre 4 y 10, que incuban 20 días. A los 25 días después de su nacimiento, los polluelos abandonan el nido para volar. Hasta 100-125 cebas al día por tienen que llevarles sus padres cuando están creciendo en el nido. Viven entre 5 y 10 años.
Es a finales de Agosto cuando se reagrupan y emprenden el regreso a través del Estrecho de Gibraltar, cruzan el desierto del Sáhara y pasan el invierno en África tropical o austral.
Ahora, ya no todos llegan hasta allí y muchos se quedan más cerca.
Para ver y entender al abejaruco, uno no debe perderse los capítulos de la serie «El hombre y la tierra» dedicados a este pájaro.
Merece la pena, especialmente el ver cómo se pegan los polluelos para recibir el alimento de sus padres y escuchar su típico sonido.
Félix Rodríguez de la Fuente nos muestra a dos de sus depredadores naturales: el alcotán y la culebra de escalera.
Ah, y si quereís alegrar el día a algún apicultor amigo vuestro, nada mejor que poner en el sobre un sello de correos con el abejaruco. No falla.
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