En nuestro artículo vamos a meter en un mismo saco al poeta Virgilio, a un poderoso cónsul romano llamado Pompeyo del siglo I a.C., y a un anónimo pirata que acabó su vida como apicultor.
Quién fue Pompeyo
Según nos cuenta Mary Beard en su extraordinario libro SPQR, una historia de la antigua Roma, «Pompeyo era un transgresor ambicioso y radical que ya había incumplido la mayoría de las convenciones de la política romana en las que los tradicionalistas seguían insistiendo».
Fue el primero de su familia en servir al Senado romano, alcanzando relevancia militar en el año 80 a.C, cuando con sólo 20 años reunió 3 legiones entre sus seguidores, y combatió junto al bando de Sila.
Su victoria llevó a que el Senado le otorgara un cargo de larga estancia en Hispania, para»enderezar» a un general romano que no obedecía a Roma. De nuevo logró su misión.
En el año 70 a.C, ya era cónsul (magistrado de más alto cargo de la República romana).
Y en el año 61 a.C., vence a Mitrídates, celebrando el desfile triunfal en Roma cuando cumplía 45 años. Pompeyo se vanagloriaba de haber extendido las fronteras del imperio hasta los límites de la tierra.
No llegó a ser emperador, pero consiguió una serie de privilegios semejantes, como aparecer en las monedas, o llevar el traje de general triunfador cuando quisiera.
Sólo cuando Julio César se cruzó en su camino, estalló la guerra civil entre los partidarios de Pompeyo y Julio César, siendo derrotado el primero y luego asesinado cuando trataba de refugiarse en Egipto.
De qué piratas hablamos
En aquellos tiempos, los piratas eran una amenaza no muy diferente del terrorista. Englobaba desde traficantes de esclavos a pequeñas armadas de estados pendencieros. Secuestros y capturas de ciudades eran para estos piratas una buena fuente de ingresos, además de amenazar el suministro de Roma.
La asamblea popular romana otorgó amplios poderes a Pompeyo en el año 67 a.C. En tan sólo 3 meses Pompeyo se deshizo de ellos y coronó su triunfo con una política de reasentamiento, muy tolerantes para aquellos tiempo e incluso para el nuestro.
Dio a los piratas pequeñas parcelas a considerable distancia de la costa, donde pudieran ganarse la vida honestamente.
Uno de los ejemplo que nos ha llegado, gracias a una breve aparición en el poema de Virgilio sobre agricultura, las Geórgicas, escrito a finales de la década de los años 30 a.C. fue el de un viejo, anteriormente pirata, que vive tranquilamente cerca de Tarento (sur de Italia), convertido en un experto en horticultura y apicultura.
¿Quién nos lo iba decir?
Dice Virgilio en la segunda parte de su libro, que sus días de piratería quedaron atrás, y en lugar de ello «al plantar hierbas dispersas entre los arbustos y lirios blancos por todos partes, verbenas y delicadas amapolas, en su ánimo igualaba la riqueza de los reyes».
Relación del poeta Virgilio con la apicultura
Publicado en el año 29 a.C., Virgilio dedica la parte IV de su libro a hablarnos de las abejas. Geórgicas, la obra central de Virgilio, el hombre enfrentado a la naturaleza. Consta de 4 libros.
Nos habla de cómo elegir los mejores lugares para colocar el apiario, de alguno de los enemigos de las abejas, y ya aparecen los famosos abejarucos.
La flora (aromático tomillo y untuosa tila), que les gusta a las abejas es también mencionada, así como el própolis, del agua cercana que les hace falta, del fenómeno de la enjambrazón, confunde las reinas de la colmena con reyes, y de lo buena que es la miel para corregir la aspereza del vino.
Ya conocía la división del trabajo de las abejas, aunque se equivocaba en estimar la vida de las abejas en 7 años, describe que ya se utilizaba el humo y que al picar dejaban su aguijón.
Si temes que el invierno va a ser riguroso, no les quites toda la miel. Y conocían enfermedades de las abejas como pollo escayolado.
No puede faltar la mitología en su descripción, nos habla del pastor Aristeo, y de sus súplicas a los dioses para recuperar sus abejas.
Después de leer lo que ya sabían hace 22 siglos sobre las abejas, a uno le parece que no hemos avanzado mucho. ¿Será verdad?
Noëmi
Me encantó el artículo! Gracias!
Alberto
Hola Noëmi,
gracias por decírnoslo. Cuando queráis Mieladictos está a vuestra disposición para difundir temas relacionados con la apiterapia.