Todas las biografías de Gregor Johann Mendel destacan su amor por las flores.
Por ello no sorprende su relación con las abejas, y que después de ser nombrado abad, construyera en los terrenos del monasterio una casa con tejado para proteger a las colmenas del duro invierno.
Según las biografías leídas, el colmenar albergó entre 15 y 36 colmenas, dependiendo del año.
También se sabe que Mendel fue socio y durante algunos años presidente de la asociación de apicultores de su ciudad, participando en el debate sobre el origen de los zánganos en huevos no fecundados (reproducción asexual).
Mendel y las abejas. Algunas notas sobre su vida
Nace en una familia de granjeros en 1822 en Heizendorf, perteneciente en aquel año a Austria, hoy conocida como Hynčice, en la República Checa.
1843, solicita la admisión en el Monasterio de Santo Tomás, perteneciente a los agustinos, en Brno.
En 1847 es ordenado sacerdote. Los agustinos eran junto a las universidades, los mayores depositarios del saber escrito de su época, ya que una de las máximas de San Agustín fue «per scientiam ad sapientiam «, es decir, por el conocimiento a la sabiduría.
De 1851-1853 estudia en la Universidad de Viena, donde adquiere una buena formación.
En el periodo 1854 a 1864 desarrolla sus experimentos y teorías con los guisantes.
En 1868 fue elegido abad del monasterio. Fallece en 1884.
La época del cultivo de guisantes
En el huerto del monasterio, realizaba una labor un poco diferente a la del resto de hortelanos de la zona.
Con sus pinzas arrancaba las anteras de la flor del guisante (Pisum sativum) que contenían el polen y con un pincel de pelo de camello recogía el polen, que luego frotaba contra los estigmas de las plantas (parte femenina).
Sobre esas plantas colocaba unas fundas para evitar que el viento o algún insecto, como por ejemplo las abejas, llevara nuevo polen o moviera el ya depositado y distorsionara de ese modo sus resultados.
Mendel y los experimentos con las abejas
El fraile Mendel disponía de un colmenar en el monasterio.
Cuando sus experimentos con guisantes le exigieron menos tiempo y más reflexión, Mendel tuvo más disponibilidad para sus abejas, recuperando una afición de la infancia: la apicultura y la producción de miel.
Intentó confirmar los resultados de las plantas con abejas.
Las abejas resultaron ser un objeto de experimentación frustrante, debido a que a pesar de las complicadas jaulas de fecundación diseñadas y construidas por Mendel, nunca fue capaz de especificar qué zángano se apareaba con la reina.
Jan Dzierzon (1811-1906), con su teoría de que tanto las reinas como las abejas obreras son producto de fertilización y los zánganos se desarrollan a partir de huevos no fertilizados sirvió de base a Mendel para su trabajo.
Sus genealogías resultaron demasiado imprecisas para permitirle sacar conclusiones sobre las hibridaciones en las abejas.
Para sus experimentos recibió diferentes razas de abejas que le proporcionaron desde Sudamérica, África, Asia y Europa.
Mendel, un abad bromista
A Mendel le gustaba gastar bromas a los otros frailes. El libro «El monje en el huerto«, de la escritora Robin Marantz Henig, nos relata una de las bromas del abad.
Un día de primeros de Marzo, con el huerto del monasterio aún cubierto por nieve, pero con un sol radiante, el abad y uno de sus frailes se pararon ante las colmenas de las que Mendel estaba tan orgulloso.
Docenas de «sus queridos animalitos», que es como Mendel llamaba a sus abejas, se aventuraban fuera de la colmena en la que habían pasado el invierno, seducidas por el cálido sol que brillaba en el exterior.
Mendel conocía los hábitos de las abejas; el fraile que le acompañaba, por desgracia para él, no. «Ponga su birrete en el suelo, delante de las colmenas», dijo Mendel, sonriendo con picardía. Los dos se quedaron mirando el gorro negro y redondo que contrastaba con el blanco de la nieve, y el joven clérigo vio asombrado que su birreta negra se volvía amarilla.
El joven fraile comprendió años después la broma del abad, al averiguar que las abejas había utilizado su virrete para evacuar. Por motivos de limpieza, se habían abstenido de evacuar en las colmenas durante el invierno y por cierto pudor abejil, no se atrevían a hacerlo en la blanca nieve.
Un colmenar en el huerto de Mendel
La faculta de Ciencias Naturales de la Universidad de Masaryk, junto al Centro Mendel y los apicultores de Brno han recuperado el colmenar utilizado por Mendel en el Monasterio de Santo Tomás de Brno.
Así se recuerda la afición de Mendel por la apicultura. Consiste en una serie de colmenas de varios tipos, así como en un edificio con tejado, que alberga más colmenas, y que es la antigua casa de abejas construida en 1871.
Además de para la difusión de la apicultura, este colmenar sirve para las clases de entomología de los estudiantes de la universidad de Masaryk.
Quizas debemos agradecer a Mendel, que hoy la abeja melífera se ha convertido en el cuarto insecto en tener su genoma secuenciado, después de la mosca del vinagre (Drosophila melanogaster), el mosquito (Anopheles gambiae) y el gusano de seda (Bombyx mori).
Para saber más:
– El monje en el huerto, de Robin Marantz Henig.
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