Ezequiel Solana (Soria 1863-Madrid 1931) tuvo como profesión educar a los niños.
«La educación es obra de toda la vida» o «por falta de educación se han malogrado muchos talentos» fueron algunas de sus máximas.
Entre su amplia obra escrita, elegimos una de sus fábulas, «cuya influencia es grande y bienhechora, sobre todo en aquella tierna edad en que el niño se deja llevar por el ejemplo animado más que por la árida amonestación». Eran otros tiempos…
Fábula de la mariposa y la abeja
Una mariposilla,
de flor en flor volando,
sin detenerse apenas
corría todo el prado.
En sus variantes giros,
salió una abeja al paso,
que dijo: son tus vuelos
inútiles y vagos.
¿A qué dar tantas vueltas?
¿A qué agitarse tanto?
¿Tus galas y colores
es por lucir acaso?
Ya que tan graciosa y leve
giras en vuelos raudos,
procura que ellos sean
de utilidad en algo,
¿No ves cómo nosotras
solícitas libando
el néctar de las flores,
panales fabricamos?
¿No ves cómo las mieles
al hombre son de agrado,
y nuestra cera alumbra
delante del sagrario?
La leve mariposa,
sin el menor cuidado,
sobre las bellas flores
siguió revoloteando.
Moraleja: Hay niños mariposas,
que huyendo del trabajo,
sobre palabras bellas
de un libro pasan rápido;
pero hay niños abejas
que estudian más despacio,
y las ideas liban
que encierran los vocablos.
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