Al diseñador eslovaco, Tomás Gabzdil Libertiny, se le ocurrió diseñar un florero a partir de la cera de abeja en su proyecto de graduación. En su opinión era hermoso construir un florero de cera, ya que la cera proviene de las flores y las flores a su vez hacen su último viaje vital en un florero. Es como un círculo que se cierra.
En un primer momento, Libertiny optó por modelar simplemente el recipiente con cera. Pero luego se le ocurrió que podía ser más enriquecedor hacer participar a las abejas en el proceso. Por eso construyó un molde con forma de florero (con hexágonos preimpresos), lo introdujo en una colmena y grabó con una cámara lo que ocurrió después. Las abejas tardaron aproximadamente una semana en finalizar su particular obra de arte.
Para su proyecto, Libertiny pasó 4 meses con apicultores para conocer cómo trabajaban las abejas. Nadie creía que su proyecto fuese factible.
Desde que creó su primer prototipo de “florero de panal de abeja” (Honeycomb vase) en 2007, Libertiny y sus abejas han producido unas cuantas unidades más. Incluso una de ellas la adquirió el MOMA, el prestigioso museo neoyorkino. Sin embargo, ninguna de ellas es exactamente igual a la anterior. Las aproximadamente 40.000 abejas obreras que lo elaboran le dan a cada uno su toque personal. Además el color y el olor varían según las floraciones de cada lugar y temporada.
Estos floreros son muy hermosos, pero no son estancos, pueden tener fugas de agua, con lo cual, sólo tienen función decorativa.
Como curiosidad, Libertiny, por casualidad, descubrió que las flores introducidas en este jarrón duraban más que en un jarrón convencional. El motivo, en su opinión, es el própolis que queda en la cera y su poder antibactericida.
En 2009, en la Art Basel de Miami, Libertiny fue más allá y creó un molde de panal de abeja con la forma de un hombre crucificado. Y lo llamó “La insoportable ligereza” (“The unbearable lightness”). Colocó una colmena de abejas en su base y lo introdujo todo en una urna transparente sellada que se exponía en la galería.
Dado que el molde estaba repleto de miel, lo que los espectadores veían no era la construcción del molde, sino a las abejas comiendo dicha miel. La cera teñida de rojo era muy efectista y parecía que las abejas se estaban dando un festín de carne humana.
Su última obra de este género llegó en 2012. Su escultura se llamó “El acuerdo” (“The agreement”) y Libertiny la creó para las Olimpiadas de Londres. Una escultura “viva” en forma de flor cónica que requería de grandes medidas de seguridad, ya que también estaba rodeada de abejas. Se expuso junto al Museo de Historia Natural.
La realización del diseño en el ordenador llevó más tiempo que el trabajo en los colmenares.
Libertiny buscaba construir algo artificial que pareciese natural. Y les propuso a las abejas esta nueva forma, tan diferente de los paneles convencionales de una colmena. Quería llegar a un acuerdo con ellas…
Esperamos que este artista ponga nuevos retos a sus abejas en el futuro, porque el resultado es realmente sorprendente.
http://vimeo.com/46566816
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