Es difícil imaginar a este abuelito tan entrañable con la mente repleta a rebosar de tierras imaginarias llenas de seres fantásticos (e incluso de abejas). Pero así es, J.R.R. Tolkien es posiblemente el escritor de fantasías épicas que más influencia ha ejercido en este género.
El británico John Ronald Reuel Tolkien (1892-1973) fue filólogo, profesor universitario y escritor. Se aficionó a la poesía en sus tiempos de estudiante y fue introduciéndose en el mundo de la literatura progresivamente a lo largo de su vida, en paralelo a otras actividades profesionales.
No tenemos constancia de si Tolkien fue apicultor, pero en uno de sus más famosos libros, “El hobbit” (“The Hobbit”, 1937), uno de sus personajes se alimenta de lo que producen sus colmenas de fieras y enormes abejas.
Se trata de Béorn, un “cambia pieles”, un hombre que se transforma en un gran oso negro, en cuya casa acaba refugiándose la compañía de enanos protagonistas, cuando les persigue un grupo de trasgos. A la luz de velas de cera roja, comiendo pan con miel y mantequilla y bebiendo hidromiel, los protagonistas consiguen reponer sus fuerzas.
Cuando se ponen de nuevo en marcha, llevan entre sus provisiones unos bizcochos hechos con miel y doblemente horneados que, al parecer, resisten bien el paso del tiempo y son bastante saciantes.
Así narra Tolkien la llegada de los enanos a la casa de Béorn:
“Las abejas andaban atareadas de un lado para otro. ¡Y vaya abejas! Bilbo nunca había visto nada parecido.
«Si una llegase a picarme —se dijo— me hincharía hasta el doble de mi tamaño.»
Eran más corpulentas que avispones. Los zánganos, bastante más grandes que vuestros pulgares, llevaban bandas amarillas que brillaban como oro ardiente en el negro intenso de los cuerpos.
—Nos acercamos —dijo Gandalf—. Estamos en los lindes de los campos de abejas.
(…)
Dentro, al fondo del gran seto, había hileras e hileras de colmenas con cubiertas acampanadas de paja. El ruido de las abejas gigantes que volaban de un lado a otro y pululaban dentro y fuera colmaba el aire”.
Peter Jackson, en su cuidada recreación del universo de Tolkien en la gran pantalla, muestra el encuentro con Béorn, con todo lujo de detalles, en su película “El hobbit – La desolación de Smaug” (“The Hobbit: The Desolation of Smaug”, 2013).
Esta es posiblemente la relación más directa con nuestros queridos insectos en la obra de Tolkien, pero hemos encontrado algunas referencias en el “Señor de los Anillos” (“The Lord of the Rings”, 1954), posiblemente su obra cumbre:
“Pocas veces se había visto en la Comarca un verano más hermoso y un otoño más opulento; los árboles estaban cargados con manzanas, la miel rebosaba en los panales y el grano estaba alto y henchido.”
“Cuando empezaron a preparar la comida, advirtieron que los Elfos les habían llenado las botellas con una bebida clara, de color dorado pálido; tenía la fragancia de una miel de muchas flores, y era maravillosamente refrescante” (En este texto se habla del miruvor, una bebida preparada por los Elfos, que se creía que procedía de las flores inmortales de los jardines de Yavanna y que tenía un efecto vigorizante).
(Tom Bombadil) “A menudo la voz se le cambiaba en canto y se levantaba entonces de la silla para bailar alrededor. Les habló de abejas y de flores, de las costumbres de los árboles, y las extrañas criaturas del bosque, de cosas malignas y de cosas benignas, cosas amigas y cosas enemigas, cosas crueles y cosas amables, y de secretos que se ocultaban bajo las zarzas”.
“Los hobbits son laboriosos como las abejas, cuando la situación lo requiere y si se sienten bien dispuestos”.
“Galadriel se levantó entonces de la hierba, y tomando una copa de manos de una doncella, la llenó de hidromiel blanco y se la tendió a Celeborn”.
Incluso la bella elfa amada por el valiente Aragorn, se llama Arwen Undómiel, un “dulce” nombre…
Se afirma que Tolkien hablaba más de 10 lenguas y estaba familiarizado con otras tantas. Este hecho sin duda le motivó a la hora de crear unas cuantas lenguas imaginarias para sus personajes de ficción, como los elfos, los enanos, los orcos, etc. Como colofón a este breve homenaje literario, he aquí la traducción de las palabras “abeja” y “miel” a un par de estas lenguas inventadas.
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