Las colmenas programadas de Hilary Berseth
La primera imagen que se me vino a la cabeza al ver sus esculturas fue la de un pastel de cumpleaños. Pero también vi la ciudad fantástica de una de esas historias de ciencia ficción cuyos efectos especiales nos deslumbran en las pantallas. En cualquier caso, aquella amalgama de cera y opérculos adoptaba formas sorprendentes. El artífice de estas “colmenas programadas” es el americano Hilary Berseth que ha conseguido con sus obras un equilibrio entre las fuerzas de la naturaleza y la mano del hombre. Se podría decir que Berseth es en parte escultor y en parte arquitecto. Él es quien diseñó el esqueleto de la obra, con madera, alambres y algo de cera. Pero la mano de obra la pusieron ellas, sus abejas obreras “subcontratadas”, quienes dieron su toque personal al rellenar con celdas y miel el conjunto. Para conseguir estas obras, Berseth colocó el armazón dentro de una caja cerrada en primavera y dejó trabajar a las abejas a su ritmo hasta final del verano. El resultado era impredecible. Él había hecho con anterioridad un experimento con una obra sencilla en forma de espiral. Por lo tanto sabía ya que se podía alterar la forma habitual de trabajo de las abejas, con respecto a las formas y proporciones con las que construyen los panales tradicionales. Pero las geometrías que tenía en su cabeza eran bastante más ambiciosas que las de una simple espiral. Para llevar a cabo su proyecto, Berseth contó con la ayuda de Jim Bobb, apicultor y matemático, bonita mezcla. No hemos conseguido averiguar dónde se inspiró Berseth para este tipo de obras. Muy posiblemente en las granjas y bosques de Pennsylvania donde ha vivido. Hemos encontrado similitudes de sus obras con la escultura “Glass dress lady in waiting” de Aganetha Dyck (ver artículo https://mieladictos.com/2014/11/25/aganetha-dick-esculpiendo-con-las-abejas/). Pero no sabemos si Berseth conocía ya esta obra cuando se puso a trabajar o si ambos artistas han seguido caminos completamente independientes. Algún periodista le ha preguntado si ha sufrido con la ejecución de estas obras y él ha contestado que sí, que las abejas le han picado alguna que otra vez y que con el traje ha sudado a mares. Suponemos que el sufrimiento le ha merecido la pena, dado que hemos encontrado alguna de estas obras en la red a un precio de casi 40.000 dólares. Berseth considera estas esculturas como un homenaje a las abejas. Con estas construcciones tan intrincadas intenta sensibilizar al público sobre un insecto aparentemente insignificante y su importancia estratégica dentro de la cadena alimentaria. Como mínimo lo que ha conseguido es un regalo para la vista.
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