Como hemos podido comprobar en artículos anteriores, todo tipo de artistas se han sentido motivados a utilizar las abejas como elemento inspirador de sus obras. Pintores, escultores, fotógrafos, modistos, joyeros, etc…, han sentido que este diligente insecto podía ser su musa.
Hoy ponemos el foco en unos escultores poco reconocidos, los que utilizan la arena como materia prima. Sus obras gozan de una vida breve, pero no por ello son menos hermosas.
La mayor parte de las veces son artistas anónimos y sus obras no formarán parte de los fondos de ningún museo. Pero se quedarán en la retina de muchos de nosotros y, cómo no, en nuestras fotos de vacaciones.
Este es nuestro modesto homenaje a estos artistas de lo efímero.
Utilizan las playas como taller improvisado, acompañados de decenas de potenciales admiradores que les observan con curiosidad mientras se entregan a su pasión creadora. Posiblemente empezaron un día en su infancia con un sencillo castillo de arena medieval y progresivamente sus diseños se fueron haciendo cada vez más complejos.
Cualquier elemento, animal, vegetal o mineral, puede inspirar a estos escultores. El resultado puede ser clásico o rompedor, pero en ningún caso suelen pasar desapercibidos, ya que suelen atraer a su público con notas de humor o de ingenio.
Sus materiales son muy económicos, normalmente les basta con arena y agua, que encuentran en abundancia en su lugar de trabajo. Mezclando ambos ingredientes, se puede dar la forma deseada a la obra.
Ahora bien, el tipo de grano de la arena utilizada condiciona el resultado final. De hecho si la arena no es suficientemente fina, la masa resultante al humedecerla no es suficientemente compacta para trabajarla. Por supuesto, la proporción utilizada de cada materia es también primordial.
Si se desea mantener estas esculturas en pie mucho tiempo es necesario aplicarles un producto especial compactador, no basta con humedecerlas continuamente.
Y como herramientas, por supuesto, estos artistas también emplean cubos y palas, pero algunos de ellos utilizan únicamente sus manos.
Si se quiere conseguir un acabado de record, por ejemplo, el castillo de arena más alto, es más que posible que se necesite una excavadora. Al parecer esto es lo que se utilizó en el 2014 en Río de Janeiro (Brasil) para alcanzar los 12,59 m de altura, según el libro Guinness.
En ocasiones, estas obras no tienen un único autor, sino que un grupo de personas se ponen de acuerdo para poner el proyecto en marcha, y no todos son necesariamente los escultores que finalmente la van a ejecutar. Por ejemplo, una persona puede inicialmente hacer el diseño en papel o en el ordenador y no tocar siquiera la arena.
Nadie sabe con exactitud cuándo empezaron a construirse castillos de arena, porque no nos han quedado evidencias físicas. Dicen que los antiguos egipcios utilizaban la arena para diseñar modelos a escala de las pirámides que querían construir.
Pero para poder hablar de esculturas propiamente dichas muy posiblemente nos tendríamos que remontar a inicios del siglo XX.
Actualmente existen cientos de competiciones en las zonas costeras en las que estos castillos o esculturas de arena intentan sobresalir entre sus competidores. Son especialmente aficionados a estos concursos en Estados Unidos.
Pero pocos son los escultores de arena que pueden ganarse la vida con ello.
Para concluir nuestro artículo, os dejamos unos pequeños consejos del arquitecto italiano Renzo Piano (diseñador del famoso rascacielos Shard de Londres) para que vuestros castillos de arena sean los más admirados de la playa:
• No hagas el castillo muy lejos de la orilla. Te cansarás transportando litros y más litros de agua. Ahora bien, tampoco lo coloques tan cerca que se lo lleven las olas.
• Excava un agujero ancho con tus manos donde la arena esté húmeda. En el centro del agujero, coloca una masa de arena humedecida, que será la base del castillo.
• En el resto del agujero puedes echar agua, a modo de foso. Ahora bien, si estás cerca de la orilla y las olas no son muy fuertes, puedes hacer un canalillo que deje entrar el agua de las olas en el foso.
• Sobre la base del castillo, puedes dejarte llevar por la imaginación. El número de torres y torretas queda en tus manos. Pero si puedes poner una especie de bandera en lo alto para que el castillo sea visible y nadie se tropiece con él por error, mucho mejor.
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