Platero, tú nos ves, ¿verdad? ¿ Verdad que ves cómo se ríe en paz, clara y fría, el agua de la noria del huerto; cuál vuelan, en la luz última, las afanosas abejas en torno del romero verde y malva, rosa y oro por el sol que aún enciende la colina? (Platero y yo, de Juan Ramón Jiménez).
Como afanosa abeja de la poesía recordaremos a Juan Ramón Jiménez, que como se ha escrito ejercía su profesión de poeta durante las 24 horas del día.
Y para traerlo a nuestra colmena literaria, varias buenas razones, la primera, como dijeron en 1956 los miembros de la Academia Sueca cuando le otorgaron el nobel de literatura, «por su pureza lírica que constituye, en lengua española, un ejemplo de alta espiritualidad y de pureza artística», la segunda, por el centenario de la publicación de la obra «Platero y yo» y tercera, por su profundo amor a la naturaleza que le rodeaba.
Empezamos con su obra más conocida, «Platero y yo», donde nos enamora a todos de su burrito, Platero.
Estas son las referencia a las abejas, la miel e incluso a los abejorros verdes.
Abejas, miel y abejorros en Platero y yo
«Se queda el campo vibrando a su paso como un metal polícromo, igual que la campana gorda que ahora, calladas ya a sus vísperas, sigue zumbando sobre el pueblo como un gran abejorro verde, en la torre de oro desde donde ella ve la mar».
«…ya consiente el robo de una abeja o el voluble adorno de una mariposa».
«Come cuanto le doy. Le gustan las naranjas, mandarinas, las uvas moscateles, todas de ámbar; los higos morados, con sus cristalinas gotitas de miel».
«Ya, Platero, va ungido y hablando con miel«.
Buscando en alguno de sus muchos otros poemas, en «Retorno fugaz», nos habla de una ciega abeja de amargura.
¿Cómo era, Dios mío, cómo era?
-¡Oh corazón falaz, mente indecisa!-
¿Era como el pasaje de la brisa?
¿Como la huida de la primavera?
Tan leve, tan voluble, tan ligera
cual estival villano… ¡Sí! Imprecisa
como sonrisa que se pierde en risa…
¡Vana en el aire, igual que una bandera!
¡Bandera, sonreír, vilano, alada
primavera de junio, brisa pura…
¡Qué loco fue tu carnaval, qué triste!
Todo tu cambiar trocóse en nada
-¡memoria, ciega abeja de amargura !-
¡ No sé cómo eras, yo qué sé qué fuiste!
Su mujer Zenobia, Camprubí, ya a los 13 años funda una sociedad con su amiga María Muntadas llamadas «Las abejas industriosas«. Todo queda en casa…
Biografía corta de Juan Ramón Jiménez
Nace en Moguer (Huelva) en 1881.
La buena situación económica de su familia le permitió una buena formación.
Sus primeras publicaciónes, tras su marcha a Madrid fueron «Ninfeas» y «Almas de violeta», relacionándose durante esa época con personajes como Rubén Darío y Valle-Inclán.
El fallecimiento de su padre le lleva a una serie de estancias en sanatorios, en uno de los cuáles escribe «Rimas», dedicado a su padre.
Le sigue una época de plenitud, donde escribe «Jardines lejanos», «Baladas de primavera», «Hojas verdes», «Elegías».
En muchas de las obras anteriores se refleja su amor por las flores y su amor al entorno natural que le rodea.
A partir de 1911 «La soledad sonora», «Poemas májicos y dolientes» y «Melancolía».
Es en esta etapa cuando decide empezar a revisar su obra anterior, la inmadurez de sus poemas adolescentes y los defectos de los juveniles, corrigiéndola y perfeccionándola.
Se instala en la residencia de Estudiantes y conoce en Madrid a su mujer, Zenobia Camprubí.
Publica «Platero y yo» en 1914.
Continúa el poeta con «Sonetos espirituales» y con «Estío» empieza una renovación en su estilo poético, que demuestra en «Diario de un poeta recién casado».
Durante su larga luna de miel en Nueva York con su esposa Zenobia, compone «Diario», que inicia una nueva etapa en su poesía, donde adopta un verso más esencial y depurado, en la búsqueda de una poesía pura. Se aísla de sus colegas contemporáneos
Sus siguientes obras son «Eternidades», «Piedra y cielo», «Poesía» y «Belleza». Trata en sus poemas la muerta, la naturaleza y la creación literaria.
A partir de 1925 publica sus cuadernos, «Unidad», «Obras en marcha», «Sucesión», «Presente» y «Hojas».
En 1936 junto con su esposa abandona España para ir a trabajar como agregado cultural en Washington, al que seguirán otros destinos como Puerto Rico, Cuba, Florida y de nuevo Washington.
Una de sus últimas obras es un extenso poema en prosa llamado Espacio (1944).
Recibe el Nobel de Literatura en 1956 falleciendo en 1958.
Mario Valdivieso Mateo
Es dificil permanecer neutral si publicas un comentario sobre algo que quieres y que respetas. En este caso mi profundo amor por las abejas me fuerza a decir que las percibo como un ser ligado al destino del ser humano, cuya amenazada existencia está emparejada al futuro del planeta.
Uno de mis mayores gozos consiste en verme rodeado por millares de abejas cuando me sumerjo en plena enjambrazón. Mi condición de apicultor, entre otros valores, me ha hecho reconocer y respetar la naturaleza.
Además del creador de Platero, son numerosos los autores que se han servido de la abeja para citarla como protagonista de relatos, poemas y ensayos diversos.
Alberto
Gracias por tu comentario Mario. Compartimos tu opinión sobre la profunda unión ser humano-abejas, aunque una de las dos partes no parece que lo importe demasiado. En cuanto a los grandes autores que han hablado de las abejas, en la sección de Colmena literaria vamos incluyendo muchos de ellos. Si echas en falta a alguno, nos lo dices.