Artemisa, la Diana de los romanos, es la diosa de la caza, de la Naturaleza salvaje y de sus criaturas, además de hermana de Apolo, con el que que compartía su afición por el arco.
Nos ha llegado su imagen a través de esculturas griegas, que fueron luego modelo de inspiración para los artistas romanos, con un arco y un ciervo, pero también rodeada de abejas.
La escultura de Artemisa y sus abejas en el Museo Arqueológico de Nápoles
Esta diosa Artemisa de Éfeso, de origen romano, fue realizada en el siglo II d.C, en alabastro, y con las manos, la cabeza y los pies en bronce, tras una restauración del siglo XIX realizada por G. Valadier.
Descripción de la figura de Artemisa
De la renovada cabeza con su corona cuelga un manto o velo. En el disco alrededor de la cabeza grifos y leones. Alrededor del cuello de la diosa, un pectoral con forma de media luna, adornado con una guirnalda de una planta llamada helichrysum y un collar de colgantes con forma bellota.
Y lo que se ha interpretado como multitud de pechos, no es otra cosa, según los que saben, que los escrotos de los toros que eran sacrificados en su honor.
Sobre una túnica de chitón, prenda de vestir de la antigua Grecia, que están dividido en cuadrículas, aparecen cabezas de animales como leones, grifos, caballos, toros y, por fin, las abejas (y con sus 6 patas, como tiene que ser).
Los laterales de la escultura aparecen decoradas con grandes flores, figuras femeninas aladas y brotes de acanto.
Una buena noticia tener a las diosas velando por las abejas e insectos en general, en estos tiempos que corren, hace más falta que nunca.
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