El dinero, como el vodka, hace raro al hombre. En nuestra ciudad murió un comerciante. Antes de morir ordenó que le sirvieran un plato de miel y se comió con miel todo su dinero para que no se lo quedara nadie.
Cuento ¨Las Grosellas», de Antón Chéjov.
Muchas veces, cuando pensamos cómo habrá sido la vida de alguno de los grandes escritores, solemos imaginarnos a estas personas escribiendo a todas horas o documentándose sobre sus personajes y los lugares donde se desarrollará la acción.
Ignoramos que, como otros seres humanos, tienen vida propia, se relacionan con sus amigos y familiares y, de igual manera, tienen que solucionar sus problemas del día a día y dedican tiempo a sus aficiones.
Entre ellas, descubrimos el gran interés de Chéjov por las abejas.
La finca Mélijovo y el sueño de Chéjov de instalar allí colmenas
Sus biógrafos nos cuentan que Chéjov afirmaba «que si no fuera por la literatura, sería jardinero».
Nosotros añadimos, que hubiera sido jardinero y apicultor. Los árboles son para Chéjov su símbolo preferido de la vida y renovación eterna.
Antón Chéjov compró en 1892 una pequeña finca en Mélijovo, a unos 70 kilómetros al sur de Moscú y vivió allí hasta 1899.
El nombre del pueblo donde se ubicaba su finca, Mélijovo, era bastante común en Rusia, y tiene su origen en la palabra «melissa», que en griego significa abeja.
Además la zona que rodeaba la finca de Chéjov era famosa por sus colmenares. Incluso los monjes apicultores del monasterio vecino obtuvieron medallas por la miel en la década de 1860.
¡Cómo me gustaría tener un colmenar ! Tengo un lugar excelente para ello. Hay espacio para doscientas colmenas. Sería tan interesante – escribió Chéjov a Suvorin (amigo y dueño del periódico más derechista de Moscú) durante sus primeras semanas viviendo en su recién adquirida finca.
Desafortunadamente ni este proyecto de apiario, ni otros como la construcción de un invernadero o la cría de 2000 gallinas llegaron a realizarse.
Tio Vania, fue escrito en Melíjovo. Representa el profundo descontento de las personas cultas por la manera en que eran gobernadas.
Colmenas, abejas y miel en la obra de Antón Chéjov
Pero seguro que el interés del escritor por las abejas y su miel continuó.
Las colmenas están tiradas en el huerto y jardín, y a los cubos viejos los abandonan allí. (Vecinos)
Luego, con el mismo paso apresurado y ese aire de preocupación, recorrió todo el jardín y enseñó a su antiguo pupilo todos los invernaderos, las estufas, los cobertizos para los trasplantes y dos colmenas, a las que consideraba la maravilla del siglo. (El monje negro, 1894)
¡Aquel que aún hace tan poco tiempo, ante nuestros mismos ojos, llevaba su miel, cual abeja incansable, a la colmena común del bien del Estado… ¡es el mismo que vemos ahora convertido en nada…, en un mirage! (El orador)
A la atención de los zánganos. Cuento de Antón Chéjov
Las abejas matan o expulsan a sus maridos y hermanos. Los zánganos supervivientes, delicados por naturaleza, ineptos para el trabajo, vagos y gorrones, vuelan por esos mundos buscando dónde comer la sopa boba. Cuando llegan a la colmena encuentran una acogida más que fría si no es que los aguijonean y les echan a la calle. Si se posan en una flor, como no saben qué hacer, pasan hambre. Y en invierno se hielan de frío…
-Esos zánganos son unos estúpidos- interrumpe al geólogo, un hombro notorio-. No se dan cuenta de que tienen una solución magnífica para su precario estado. ¿Sabe usted lo que yo haría si estuviera en el puesto de ellos?
-¿Qué?
-Pues arrendaría las flores. No sé quién comería más, si las abejas o yo. Seguro que yo.
Para descubrir más sobre la obra de Antón Chéjov
-Chejov, escenas de una vida. Rosamund Bartlett
-Chéjov, Cuentos Completos. Edición de Paul Viejo.
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