La cera se emplea en las iglesias católicas en forma de cirios durante las ceremonias de culto; porque les está prescrito a los sacerdotes el servirse exclusivamente de la cera producida por las abejas.
Parece, sin embargo, que desde que se ha generalizado el empleo de las ceras minerales, muchos cirios no contienen sino una mínima cantidad de cera pura de abejas.
El anterior párrafo, incluido en el libro «La abeja y la colmena» de Langstroth-Dadant, edición de 1935, nos da ya una idea de la progresiva disminución de la cera de abejas en las velas empleadas por la iglesia católica, sustituidas por otras ceras más baratas.
¿Por qué se ha utilizado la cera de las abejas en la liturgia cristiana?
Para las iglesias cristianas, sólo la cera de abejas puede simbolizar la carne pura de Cristo recibida de su Madre Virgen. La mecha se interpreta como el alma de Cristo y la llama representa su divinidad.
Ese es el motivo de que la Iglesia ordene que las velas que se usan en la Misa y en otras funciones litúrgicas estén hechas de cera de abeja (luminaria cerea), además de que las velas de cera bien hechas queman limpiamente, sin gotear y con un hermoso brillo.
La llama blanca que producen las velas de cera de la colmena, y su nulo residuo, hizo que fueran las favoritas para no perjudicar pinturas ni retablos.
Ya en los primeros siglos del cristianismo se utilizaron las velas, copiando ciertos cultos paganos y rituales funerarios, aunque el uso generalizado de la cera de abeja para la fabricación de velas comenzó en la Edad Media, así como para sellar cartas.
Durante muchos siglos la cera fue la principal producción de las abejas, por encima de la miel.
Situación actual de la cera de abejas en la iglesia cristiana
Con alegría hemos podido observar que la iglesia ortodoxa mantiene la cera de abejas en sus velas, incluidas las que se dedican a ofrendas, y no sólo en el ritual litúrgico.
Al contrario, la iglesia católica, cada vez utiliza más velas de parafinas o velas eléctricas, que los fieles encienden dentro de las iglesias para recordar a un ser querido o implorar ayuda a un santo. Para mí, con mucho menos encanto, pero eso sí, más rentables económicamente.
Al menos las velas de la liturgia católica tienen reglamentado la utilización de un porcentaje mínimo de cera de abejas.
Según el Cong. Sac. Rit., 14 dic. 1904, que debe estar todavía vigente, el cirio pascual y las dos velas que se usan en Misa deben estar hechos de cera de abejas en máxima proporción (se menciona un 75%).
Las otras velas dentro de la iglesia deben ser de la misma cera en su mayor o más notable cantidad.
En cuanto al número de velas, depende del tipo de celebración: se encienden 6 velas sobre el altar para cada Misa mayor, cuatro para la Missa cantata, o para la Misa privada de un obispo en días de fiesta, y dos para todas las otras Misas.
Desde Mieladictos, desear que ese porcentaje de cera de abeja sea cada día un poquito mayor, así las abejas estarán bien ocupadas.
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