Es de las historias que nos gusta contar, porque tiene un buen final e implica a las abejas y a las personas. Hay otras muchas, una por cada uno de los sirios que han tenido que padecer esta devastadora guerra en su país, la mayoría sin final muy alentador.
Un poco sobre la historia del conflicto sirio
Muchos ya no recordamos cuando empezó oficialmente a desmoronarse este país, con todas sus consecuencias.
Leyendo la prensa, fue en marzo del 2011 cuando empezaron las manifestaciones y protestas en Siria. Primero tímidamente, y luego todo fue demasiado deprisa, sumiendo al país en una guerra civil, con demasiados intereses implicados, que no tenían nada que ver con las personas.
Hoy, con el conflicto muy lejos de concluir, sigue mostrando regularmente las cifras más devastadoras: la mayor crisis de desplazamiento desde la Segunda Guerra Mundial, más de 4 millones desplazados fuera del país y 6 millones de personas dentro de Siria, pero muy lejos de su casa. Historias muy duras.
La violencia extrema de las partes implicadas en el conflicto ha provocado este desastre humanitario.
La historia del apicultor sirio Aref Haboo
Vivía en un pequeño pueblo sirio, cerca de la frontera con Turquía, donde tenía 45 colmenas. En el 2013 tuvo que huir, dejando a su familia, y soportando las condiciones más extremas en su fuga a Europa, al igual que ha ocurrido a miles de sus compatriotas.
Dos meses duró su pesadilla, cuando tras 35 horas oculto en un contenedor, pudo atravesar Italia. Sólo llevaba su pasaporte y algunas fotos de sus abejas como equipaje.
Fue Dinamarca el país que le concedió el asilo, y Biby, una organización social que trabaja con las abejas en Copenhague, la que le acogió entre sus trabajadores.
Pero el apicultor protagonista de este artículo, confiesa que todavía está aprendiendo muchas cosas nuevas sobre la apicultura en Dinamarca. Las abejas danesas son más amigables que sus agresivas abejas sirias, y la flora difiere mucho entre estos países.
Sus nuevas abejas en Copenhague, se encuentran en los tejados y balcones de la capital danesa. Dependiendo del barrio, la miel que producen es diferente, más dulce y oscura en algunas zonas, y más clara y aromática en otros distritos.
Sus primeros contactos con las abejas en Siria se lo proporcionó su maestro en la escuela. Luego el probó a combinar la miel con yogur fresco o aceitunas, y le gustó.
Aref sigue pensando en su aldea Siria, y en el amigo al que encargó cuidar de sus colmenas. Pero también llegan a su cabeza la inquietud que le provoca la guerra civil del país, y aunque le gustaría regresar a su aldea, sabe que no es posible.
Ha conseguido traer a su mujer y a sus 3 hijos y está aprendiendo danés, y confirma:
«Cuando estoy con las abejas, me olvido de la guerra y de la situación de mi país».
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