«Nosotros también vimos personalmente un hipocentauro (criatura mitad caballo, mitad hombre) durante el reinado de Claudio: se lo trajeron de Egipto conservado en miel «. (Plinio, Historia Natural 7.35).
Hemos seleccionado este párrafo para «avisar», que lo que los habitantes del Imperio Romano pensaban sobre las abejas no era siempre lo más correcto, como hemos podido ver con este ejemplo.
Ahí os dejamos otras «perlas «, reflejadas en documentos de la época que nos han llegado:
– Produce inhibición sexual la yema de cinco huevos de paloma con miel, mezclada con un denario de grasa de cerdo.
– Los romanos pensaban que las abejas reinas eran en realidad abejas reyes y que recogían la miel, la principal fuente de azúcar de la antigüedad, como si fuera una especie de rocío.
– Estaba muy difundida la creencia errónea de que las abejas podían generarse del cadáver de un buey matado a golpes y abandonado para que se pudriera. A ningún agricultor antiguo se le habría ocurrido malgastar una res para obtener un enjambre de abejas (hubiera sido muy caro), pero Virgilio describe prolijamente todo el proceso en el libro IV de las Geórgicas.
Aunque sí estamos de acuerdo con Plinio, en su obra Historia Natural cuando afirma que «entre todos los insectos, el primer puesto es para las abejas y, también, con todo derecho nuestra mayor admiración, pues son los únicos de esta clase de animales creados para el bien del hombre «.
También, como no, tenemos a las abejas presentes en la historia bélica. En la guerra contra Mitrídates el Grande, a comienzos del siglo I a.C., el ejercito de Luculo encontró dificultades en su intento de abrir galerías por debajo de la ciudad de Temiscira cuando sus habitantes metieron en los túneles osos, otros animales salvajes y enjambres de abejas.
Preferían la cera de abeja a la hora de escribir: «Es muy bueno escribir en tablas enceredas, en las cuales se puede muy fácilmente borrar lo que se escribe, mientras que cuando se escribe en pergamino, el constante ir y venir del cálamo al tintero frena la mano e interrumpe el proceso mental«. (Quintiliano, Instituciones oratorias 10.3.31).
Y otra cosa que hemos perdido en nuestra moderna civilización actual: » los romanos usaban tanto velas de sebo como de cera, y en especial de cera de abeja«.
Una gran idea aportada por este imperio romano: » los médicos embaucan a los niños para que beban una medicina amarga untando con miel el borde de la copa«.
– Comercio y uso de la miel en la cocina romana.
Estrabón, citando a Posidonio, nos dice: «de la Turdetania (región que abarcaba el valle del Guadalquivir desde el Algarve hasta Sierra Morena ocupando la mayor parte de la actual Andalucía) se exporta trigo, mucho vino y aceite de oliva, no solamente en calidad sino también en calidad; y todavía cera, miel, pescado…
Plinio, en el siglo I d.C., nos habla en sus escritos de la industria de la miel en zonas tan variadas como Italia, Germania y las Islas Británicas.
Teniendo en cuenta que el 90% de la población era pobre y vivía en el campo, hemos de pensar que la miel producida en el mundo rural, acababa en las mesas de los ricos de la ciudades. Era más accesible desde el punto de vista del precio que la caña de azúcar procedente de Egipto.
Las comidas y las bebidas , mezcladas con miel, raramente faltaban en los menus diarios de la antigua Roma. Un acto de cortesía de los romanos era ofrecer a sus invitados distinguidos miel recién sacada de la colmena. El anfitrión recitaba la siguiente frase a su invitado: «Aquí está la miel que los dioses nos han suministrado para tu salud» .
Y acabamos con algo que no gustará a todos por igual: «Caracoles servidos en miel en la mesas más exclusivas».
Para saber más de la civilización romana:
Gabinete de curiosidades romanas: Relatos extraños y hechos sorprendentes (Tiempo De Historia)
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