Los labios carnosos se han considerado siempre sensuales y atractivos. Civilización tras civilización las mujeres han intentado hacer más voluptuosos sus labios, mediante maquillaje, tratamientos cosméticos o incluso mediante cirugía, para conseguir que sus labios fuesen más “besables”.
Ya en la antigua Mesopotamia y en el antiguo Egipto, las féminas se aplicaban pigmentos para resaltar sus labios. Sin embargo, fue la reina Isabel I de Inglaterra (s. XVI) quien desató el furor por las barras de labios, las cuales, en aquel entonces, se elaboraban con cera de abeja y pigmentos vegetales. Durante varios siglos, el uso de las barras de labios cayó en desgracia y fue a principios del s. XX cuando las mujeres desafiaron las convenciones sociales para hacer sus labios más llamativos y se instauró un hábito que ha llegado hasta nuestros días.
Las estrellas del celuloide y las modelos fueron las que hicieron que sus labios creasen tendencia. Una de las que primero se dieron cuenta del potencial de esta parte de su rostro fue Mae Murray (1889-1965), una actriz y bailarina estadounidense, a quien todo el mundo conocía como “The Girl with the Bee-Stung Lips” (la chica con los labios de picadura de abeja). Esta gran estrella del cine ocupó la cima del estrellato durante casi 15 años, convirtiéndose en un mito erótico de la pantalla y encarnando el ideal de feminidad, aunque hoy en día apenas es recordada por unos cuantos nostálgicos.
El sobrenombre que ella misma quiso registrar para que nadie más lo utilizara, “La chica con los labios de picadura de abeja”, hacía referencia a su boca pequeña, carnosa y con una enorme capa de pintalabios, lo que creó moda en la época.
En 1995 Irving Penn sacó a la luz de nuevo este concepto al hacer unas fotografías para ilustrar un artículo de cirugía estética de la revista Vogue. Y en estas imágenes se inspiró el equipo de fotografía Sean-Seng para publicar en la portada de la revista rusa Interview en 2012 los labios de picadura de abeja de la cantante Lana Rey.
Alguien debería haberles informado a todos ellos de que los bichitos de las fotos no son abejas, sino abejorros y que los abejorros no pican. En cualquier caso, ambas fotos son impactantes, de eso no cabe duda.
Obviamente lo que ocurre cuando nos pica una abeja en los labios es que se nos inflaman, ganando volumen. Pero no parece muy recomendable someterse a picaduras continuas de abeja para mantener unos labios voluptuosos. Otras técnicas más extendidas son las inyecciones de colágeno, de ácido hialurónico, de botox o el simple uso de un aumentador de labios, esas sustancias que nos los irritan (e inflaman) temporalmente por un módico precio. Todo por engordar los labios sin tener que pasar por el quirófano.
El uso de la apitoxina (el veneno de las abejas) está cada vez más extendido entre las “celebrities”, ganando puntos al botox en la lucha contra el envejecimiento cutáneo, pero no se utiliza para aumentar el volumen de los labios.
A veces se hacen tonterías por lucir una bonita imagen. No olvidemos que los carnosos labios de famosas como Angelina Jolie, Eva Mendes, etc. suelen tener origen genético. No conviene obsesionarse con ello, no sea que acabemos como alguna de las víctimas de la moda (fashion victims) que hemos encontrado en la red…
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