Por supuesto que espero poder alcanzar los 80 años, tener la cabeza todavía en su sitio, mantener alguna colmena y reírme un poco al releer estas líneas escritas en el 2015 y que hablan en broma del futuro de la apicultura en el año 2050. ¿Te animas a contarnos tus ideas de cómo será esto de las abejas a mediados del siglo XXI?
Quizás me haya contagiado de lo que dicen muchos de los investigadores de la Evolución Humana, que el hombre como especie tiene poco futuro y que nos extinguiremos más pronto que tarde.
Por eso, lo primero que viene a mi cabeza son las imágenes de películas apocalípticas, donde los pocos humanos que han sobrevivido a alguna desgracia natural como meteoritos, inundaciones, pandemias o glaciaciones conservan a las abejas como compañeras imprescindibles. Puede que en el futuro ya no sea su miel lo que nos interese, sino su capacidad de polinizar, o los beneficios para la salud que nos pueda proporcionar un poco de jalea real o propóleos, como sustitutivos de otros antibióticos o sustancias energéticas.
También imagino, que como ya han avanzado algunos científicos y publicistas, los insectos serán reemplazados progresivamente por pequeños robots, los famosos drones o aeronaves no tripuladas, mucho más productivos, del mismo tamaño que las abejas y que acudirán a las flores para recoger de una manera mucho “más segura” el polen y néctar que se encuentren alrededor de las colmenas, y que ya no necesitarán ni reina ni zánganos que la fecunden, tan sólo un buen contrato de mantenimiento para que estas nuevas abejas no tengan horas no productivas. Y por supuesto, estos pequeños robots incorporarán las mismas sustancias que las abejas al néctar para convertirlo en miel, eso sí, fabricadas en el laboratorio.
En cuanto a los apicultores del año 2050, seguirán las operaciones de “ recogida de polen y néctar” desde una pantalla, sin necesidad de desplazarse a sus colmenas, ni de comprender la floración, y sin preocuparse de las olas de calor, las heladas o la falta de lluvias, ya que aprovecharán las ventajas de la ciencia aplicada al campo, con «nuevas especies» de plantas que segregarán grandes cantidades de néctar y polen las 24 horas del día, y resistentes a enfermedades, heladas y sequías. Todo un avance, al que hay que añadir la extinción del ácaro llamado varroa, por no tener ya insectos «vivos» de los que alimentarse.
Pero todavía quedan en el 2050 algunas personas mayores acompañadas por algunos jóvenes, que se hacen llamar “abejeros”, que al igual que los defensores de las semillas, luchan por conservar todavía ciertos apiarios con diversas especies vivas de abejas y abejorros, ya que debido a los niveles de contaminación del planeta Tierra, sólo pueden sobrevivir en ciertos espacios limpios y muy protegidos.
Estos «abejeros» se formaron durante las décadas pasadas en la apicultura urbana y en la tradicional, y saben lo que es cuidar a las abejas.
Aman a las abejas por lo que son, y han convertido a estos insectos en sus compañeros. Seguirán luchando por ellas.
LUIS MORA PENAGOS
Gracias por las opiniones sobre las abejas a mediados de este siglo; oja.la muchos vivamos para compartit esas vivencias y seguir construyendo actitud apicola. Un apretado abrazo apicola desde Caloto CAUCA, Colombia.
Alberto
Muchas gracias Luis.