Hay quienes afirman que posiblemente las abejas fuesen las primeras criaturas examinadas al microscopio en el siglo XVII.
Hoy en día, con los avances tecnológicos en esta materia, podemos aumentarlas de tamaño entre cientos y miles de veces y el resultado es una auténtica obra de arte.
Rose-Lynn Fisher las ha fotografiado tan de cerca que, en ocasiones, resultan unas desconocidas.
En su libro “Bee” (Abeja) se incluyen 60 increíbles fotografías de la anatomía de este insecto, con aumentos desde 10x a 5000x obtenidos un microscopio electrónico de barrido.
Estos descubrimientos visuales a través de las lentes de Rose-Lynn nos trasladan a un nuevo mundo, en el que nos sentimos totalmente forasteros.
Rose-Lynn Fisher nació en Minneapolis (Estados Unidos) en 1955 y es una reconocida fotógrafa que ha expuesto sus obras por un sinfín de museos y galerías en varios países a los dos lados del charco.
Además de fotografías más convencionales, en su obra combina muchos tipos de fotografía distinta, desde vistas aéreas hasta instantáneas al microscopio.
Y también tiene inquietudes pictóricas.
Aparte de abejas, ha realizado fotografías al microscopio de sus propias lágrimas y de las células óseas. Por lo que hemos podido comprobar, en su obra predomina el blanco y negro.
Rose-Lynn afirma en su web que la primera vez que vio el ojo de una abeja al microscopio se sorprendió de ver un “campo de hexágonos”, como si se tratase de un panal, y ello le hizo preguntarse si se trataba de una coincidencia o de una pista y reflexionar sobre las conexiones que existen a veces entre la visión y la acción en un nivel más abstracto.
Rosse-Lynn sabe que el microscopio a veces revela estructuras, diseños y patrones a los que somos ajenos en el día a día.
El hecho de visualizar a gran tamaño elementos tan minúsculos nos confunde, pero a su vez nos hace presente lo magnífica y compleja que resulta a veces esa naturaleza minúscula que nos rodea, a la que normalmente apenas prestamos atención y en ocasiones simplemente despreciamos.
Rose-Lynn describe a la abeja como alquimista (por su capacidad de transformar el néctar en miel), como arquitecta (por sus construcciones extremadamente perfectas) y como farmacéutica (por todos los valiosos productos de apiterapia que nos proporciona).
Ella opina que es muy difícil que los seres humanos en conjunto sepamos emular el ejemplo de comportamiento social de estos pequeños insectos.
Y ofrece su obra fotográfica para homenajear, respetar y agradecerles a las abejas lo que hacen y lo que son.
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