Muchas veces las cosas suceden sin haber sido planificadas, es el destino o casualidad el que hace que ocurran. En nuestro caso, conduciendo desde Figueira de Castelo Rodrigo a Pinhel (en Portugal), nos encontramos con un cartel anunciando Colmeal, e inmediatamente pensamos que merecía la pena desviarse un poco de la carretera principal e ir a visitarlo.
Colmeal, Colmenar, Colmeal das Cebolas, Colmeal das Donas, Colmeal das Rolas y Colmeal de Cimo Coa fueron algunos de los nombres utilizados para designar a este pueblo, cuya primera cita en documento escrito fue en el año 1183, por donación del Rey de León Fernando II a la orden militar de San Julián del Pereiro.
Y claro, el nombre se debe a la riqueza de este pueblo situado en las faldas de la Sierra de Marofa: la cera y la miel que proporcionaban sus colmenas.
Hay otros Colmeal en Portugal, como el que se encuentra en el distrito de Coímbra, Colmeal da Torre, en el distrito de Castelo Branco…pero «el nuestro», tiene una historia diferente.
Hoy Colmeal es una aldea totalmente abandonada en un precioso valle, con todos sus edificios derruidos, incluyendo una casa- palacio y una iglesia, y sin una sola alma. Sin embargo, cuando se visita en soledad, todavía se puede sentir o imaginar parte de la vida que allí hubo durante muchos siglos. Y entonces la pregunta es, ¿por qué se le fue la vida a la aldea? Los augurios parecían buenos para Colmeal. El pueblo pertenecía allá por 1476 a Fernando Cabral y a su esposa (hija del entonces Señor de Colmeal). Curiosamente su hijo, Pedro Álvares Cabrales fue el descubridor de Brasil en el año 1500 y no llevaba el apellido del padre en primer lugar, porque era costumbre que sólo el primogénito lo llevase. La casa palacio de los Cabral, en la actualidad en ruinas, todavía presenta a día de hoy el escudo de armas de la familia. La iglesia, dedicada a San Miguel y con un cementerio adosado, nunca tuvo gran capacidad para alojar fieles y estuvo años sin un cura que celebrara misa regularmente. Hacia 1945, había censadas 12 casas y 62 habitantes. Pero el golpe final a la aldea, le fue dado en Julio 1957, cuando la Guardia Nacional Republicana, se presentó en el pueblo para ejecutar una sentencia judicial, que concedía a la propietaria de las tierras la facultad de desalojar a unas 12-14 familias que habitaban la aldea, ante la presunta falta de pago de arrendamiento por la explotación de las tierras. Suponemos que aquellas gentes no llegaron a entender ni que se les expulsara de su aldea y de su iglesia de más de 500 años, ni los jaleos con los juicios y abogados que le siguieron. Las vidas de los habitantes expulsados, unas 60 personas, comenzaron de nuevo en el extranjero, otras ciudades portuguesas o pueblos del entorno. Aunque a fecha de hoy se ha dotado a la aldea de Colmeal de ciertas figuras jurídicas para proteger su entorno y sus edificios, la única realidad existente es algún amigo apicultor que todavía mueve sus colmenas por los parajes cercanos, recogiendo la misma miel que los habitantes de Colmeal cataron durante muchos años. ¿Quizás algún proyecto turístico en el futuro devuelva la vida a este hermoso entorno?
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