En las fábulas de este alemán de la ilustración, Gotthold Ephraim Lessing (1729-1781), no sólo hay animales, también plantas y figuras mitológicas.
¿Quién fue el fabulista Lessing?
Fue uno de los grandes de la literatura alemana del siglo XVIII, y no fue sólo escritor de fábulas, podemos encontrar a lo largo de su vida un sinfín de oficios (poeta, bibliotecario, crítico teatral y literario, fundador de periódicos, dramaturgo,..), actividades en las cuáles, seguro que encontró inspiración para su trabajo.
Lessing es autor de dos colecciones de fábulas, la primera con el título de «Fábulas y Narraciones», donde se inspira y copia a Esopo, Fedro, Eliano, Suidas y Antonino Liberal, que recoge sus trabajos en verso entre 1753 y 1771, y la segunda, llamada «Fábulas», compuesta por 3 libros en prosa, que abarca desde 1759 a 1777.
Utiliza a los animales como personajes, ya que pensaba que se percibe más nítidamente la máxima moral de la fábula, cuando ésta no queda oscurecida por las pasiones humanas.
Fábula de Lessin la abeja y la oveja
La abeja y la oveja
Una zumbadora Abeja
al Hombre le preguntó:
– ¿Habrá entre los animales
quien te sirva como yo…?
-Claro que sí- dijo el Hombre-,
y es justamente, la Oveja;
pues ésta me da su lana,
que aterido no me deja…
– Pero yo te doy la miel
– dijo la Abeja ladina-.
– Pues sí, pero nunca pasa
de ser simple golosina…
» Y por si esto fuera poco
– dijo el Hombre al explicar-:
al darme la miel temo tu aguijón
y ella cumple, sin chistar…»
Es justo decir que existen
desprendidos donadores,
en tanto, que otros, por cierto,
condicionan los favores…
Fábula de Lessing el manzano silvestre
Otra fábula de Gotthold Ephraim Lessing, la fábula del manzano silvestre, donde aparecen un enjambre de abejas y su miel.
El manzano silvestre
En el tronco hueco de un manzano silvestre se hospedó un enjambre de abejas, que le enriquecieron con su dulce tesoro. Envanecióse con ello el árbol de suerte, que menospreciaba a todos los demás, al parangonarlos con él.
Un rosal exclamó por tanto, diciéndole:
– ¡ Miserable orgullo, mal fundado en dulzuras prestadas! ¿ Es por ellas tu fruto menos acerbo? Sube a tus manzanas la miel, si puedes; y entonces el hombre te quedará agradecido.
Fábula de Lessing el abejaruco
La siguiente fábula se la dedica Lessing al abejaruco.
Tengo una pregunta que hacerte, dijo una águila nuevecilla a una lechuza grave, y sólidamente docta. Se dice que hay un ave llamado merops en griego y en latín, y abejaruco en castellano, la cual vuela al revés, con la cola hacia delante, y la cabeza mirando al suelo. ¿Es verdad?
¡ Cá!, no, respondió la lechuza: es una invención absurda del hombre. Él, sí, que pudiera ser el tal pajarraco, porque sólo él quisiera volar al cielo, sin perder ni un momento de vista la tierra.
La abeja de Lessing
No es una fábula, pero no hemos podido resistirno a su inclusión.
Cuando Eros en la era dorada
corría por los campos de coloridas flores
fascinado por la vida bucólica,
una abeja, que en pétalos de rosa dormía,
donde además miel recolectaba,
aguijoneó al menor de los dioses.
Esa picadura hizo más sabio a Eros.
El inagotable tramposo
ideó un nuevo ardid:
acecha en rosas y violetas;
una muchacha vino a buscarlas,
salió volando él cual abeja y la flechó.
Gotthold Ephraim Lessing, La Abeja
Para saber más sobre las fábulas y obras de Lessing:
– La estatua de bronce, de Francisco Manuel Mariño. Universidad de Valladolid.
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