Después de la guerra civil, España quedó tan desabastecida y hambrienta que el gobierno impuso el racionamiento de alimentos. Una oficina estatal, la Comisaría de Abastecimientos y Transportes (1939), administraría los bienes de primera necesidad y velaría por su correcta distribución geográfica mientras que la Fiscalía de Tasas (1940) evitaría los acaparamientos o irregularidades.
Este párrafo de Juan Eslava Galán en su libro «Avaricia», nos da pie para investigar qué ocurrió con la miel en aquella época. ¿Estaba incluida en la lista de artículos de primera necesidad y por tanto sometida a control por el Estado?
Definición de cartilla de racionamiento
Según la definición de la enciclopedia Espasa, las «cartillas» eran un instrumento de control directo sobre el consumo, utilizado en circunstancias excepcionales, con el que se pretende asegurar el abastecimiento de bienes de primera necesidad, estabilizar los precios y equilibrar la balanza de pagos de un país determinado.
En general, la práctica del racionamiento se aplica en momentos de guerra o posguerra, cuando debido a la situación de beligerancia existe un grave desequilibrio entre la producción y el consumo de bienes de primera necesidad, o el Estado es incapaz de asegurar las importaciones que deberían equilibrar dichas carencias.
En el caso de España, el racionamiento se aplicó durante la Guerra Civil (1936-1939) y perduró, para la mayor parte de bienes esenciales de consumo hasta el 31 de marzo de 1952.
Alimentos incluidos en la cartilla de racionamiento
El racionamiento consiste básicamente en el reparto controlado de bienes escasos con el fin de asegurar el abastecimiento de la población.
Aparecieron las cartillas de racionamiento con raciones diferentes según sexo y edad. Los niños recibían un 60% de la ración de los hombres, y las mujeres un 80%. Las de embarazadas y algunos trabajadores como mineros y ferroviarios eran algo mejores.
Se consideraron «subsistencias», a los artículos de primera necesidad y especialmente los cereales y las legumbres, así como sus harinas, los tubérculos, las frutas y hortalizas, el pan, las carnes frescas y saladas, los pescados y sus salazones, los huevos, la leche y sus derivados, los aceites y mantecas, el azúcar, el vino, la sal y las conservas alimenticias de cualquier tipo.
Aunque la miel no aparece explícitamente en el anterior listado, la inclusión de otro edulcorante como el azúcar hacen muy posible que la miel lo estuviera.
En alguno de los cupones de racionamiento hemos encontrado » vale por 50 gr de azúcar sustituibles por 80 gr de miel», aunque debido a las falsificaciones crecientes de estos cupones dudamos de su veracidad.
Ya en el año 1943, se cita que,»en azúcar, como consecuencia de operaciones de comercio, se ha iniciado ya una mejoría cuya duración se prevé, dada la superficie sembrada de remolacha, para la próxima campaña».
Algunos alimentos como la leche, la fruta fresca, malta, achicoria, hortalizas quedaron como de venta libre, sin regulación, a medida que la situación iba mejorando.
Animamos a nuestros atentos lectores que nos cuenten sus experiencias o lo que les ha contado su familia relativo a la miel en aquellos duros años.
La miel en el estraperlo o mercado negro
María Moliner define la palabra estraperlo «de Straperlo, de Straus y Perlo, nombre de los introductores de este juego de azar, especie de ruleta que permitía manejos fraudulentos de la banca».
Desde entonces se emplea con el significado de chanchullo o venta clandestina o fraudulenta de artículos de comercio.
Lo que sí es seguro es que la miel estuve presente, como todos los alimentos, en el famoso estraperlo.
Con la escasez y las interminables colas ante tiendas casi vacías, llegó la picaresca o estraperlo. Por un lado, estaban los estraperlistas acaparadores, los que hicieron fortunas, y por otro, los modestos, que eran la mayoría de los españoles, que lo hacían a título particular para mejorar la dieta de la familia, sacarse un dinerillo y evitar el hambre. Plazas y mercados eran los lugares elegidos para hacer estos trapicheos (un kilo de miel por una lata de sardinas o un chorizo). Si te pillaban, te requisaban el género.
La miel, en las zonas con tradición colmenera, al igual que por ejemplo, el pescado en las zonas costeras, se convirtió en moneda de cambio por aquello de lo que se carecía, y seguro que le vino muy bien a los mieleros de esa época para hacer intercambio por otros productos de primera necesidad.
Para saber más:
-España años 40, de Rafael Yzquierdo Perrín.
-Espasa. Enciclopedia Universal Ilustrada.
-Avaricia, de Juan Eslava Galán.
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