La Historia naturalis de Insectis, de Johannes Jonstonus, que fue impresa en 1653, ha sido uno de los trabajos más influyentes en materia de inventario, conocimiento y divulgación recogiendo serpientes, dragones e insectos.
Agrupa las especies de animales en la misma lámina, lo que permite comparaciones que ayudan a la identificación. Fue más tarde Carl Von Linneo (1707-1778), el que propuso el sistema de dos nombres en latín (género y especie), para que pudiera ser utilizado por los entomólogos (especialistas en los insectos).
El mérito del autor y su obra es reunir y transmitir los conocimientos del siglo XVI, XVII y XVIII. No nos olvidamos del ilustrador-grabador, Matthäuss Merian el joven (1621-1687), al que se le atribuyen los grabados al cobre que han hecho famosa la obra de Jonstonus.
–¿Y cómo de estudiada estaba la abeja por aquellos siglos?
Fue en 1586 cuando el español Luis Méndez Torres, en su » Tratado de la cultivación y cura de las colmenas», señala por primera vez que la reina es hembra y no rey, encargándose de poner huevos.
Poco después, en 1609, el inglés Charles Butler demuestra que los zánganos eran del género masculino. Y finalmente en 1623 se publican los primeros dibujos de abejas hechas bajo microscopio y se demuestra que las abejas obreras eran hembras.
Por las fechas de publicación de la Historia Naturalis, suponemos que todavía no se reflejan la existencia de las tres castas en la colmena (abeja obrera, reina y zángano).
Decir que una vez más el Museo Fadrique de Basilea de Burgos nos ha permitido descubrir otra » joya «, todo un lujo para los que la hemos visitado.
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