Su joven amiga Juliana González dice que Remedios parece “un insecto vibrátil siempre despierto”. Ella la llama avispa, abeja…la abeja reina. O aveja, mezcla de oveja con abeja.
(Del libro La cazadora de Astros, de Zoé Valdés).
Cuando nuestra lectora del blog Carmen nos hizo un comentario mencionando la relación de Remedios Varo con las abejas, no nos podíamos creer que una artista de esta categoría no tuviera una «celdilla» en los Mieladictos. Así que manos a la obra.
Nacida en Anglés, provincia de Gerona, en 1908, tuvo que marchar de su país por la guerra. España fue la patria de nacimiento y Francia, su patria artística, aunque ella se reconocía de México más que de ninguna otra parte.
Primera relación con las abejas que encontramos de Remedios Varo: «La abeja adolorida». Es un dibujo realizado por la pintora en 1957, lápiz sobre papel y regalo de la pintora a su amiga Juliana González. Leemos en el libro Trampantojos, de Magnolia Rivera, que esta obra es un buen ejemplo de la presencia de la elipse, que implica la idea del tiempo y espacio infinitos.
Segunda conexión, en el óleo «Hacia la torre», realizado por Remedios Varo en 1960. Forma parte de un tríptico que narra el proceso evolutivo del alma humana en pos de la perfección. Las muchachas salen de su casa colmenar para ir al trabajo. Están guardadas por los pájaros para que ninguna se pueda fugar. Tienen la mirada como hipnotizada. Llevan sus agujas de tejer como manubrio o empuñadura. Sólo la muchacha del primer término se resiste a la hipnosis.
Magnolia Rivera, nos enriquece con sus comentarios sobre esta pintura en el suplemento el «Confabulario».
«Del castillo de miel salen las vírgenes a mostrar al mundo lo que han aprendido. Melisas —antes ninfas, ahora adultas— siguen a la monja y al guía de la barba bermeja. Salen del edificio dorado para contar una historia que ya no será secreta. Las tres obras conforman un tapiz apícola en donde las almas-abejas-obreras se empeñan en el progreso integral del ser».
La escuela que Remedios retrata en su tríptico es la misma que describe Maurice Maeterlinck en La vie des abeilles (1901): “Allí iba a aprenderse, en la escuela de las abejas, las preocupaciones de la Naturaleza omnipotente, las luminosas relaciones de los tres reinos, la organización inagotable de la vida… y lo que es tan bueno como la moral del trabajo”.
A partir de finales de los años cincuenta, cuando Remedios pinta su trilogía, sobreviene el arribo de las mujeres al trabajo industrial y las costureras se transforman en obreras calificadas. Estas mujeres que cosen, bordan y tejen, habitan en los cuadros de Varo y son los himenópteros que asombran al poeta Neruda: “Abejas, trabajadoras puras, ojivales, perfectas, finas, relampagueantes, proletarias…” (Tercer libro de las odas).
Y tercer punto común con el mundo de las abejas de Remedios. En su libro «Cartas, sueños y otros textos», se recogen algunos escritos que la artista realizó sobre algunos cuadros que nunca llegó a pintar, pero sí imaginar. Se hace referencia a la muerte debida a la miel de abejas, siguiendo una creencia de Remedios según la cuál los insectos serían los únicos supervivientes a la destrucción de todas las especies, y que la llevaba, por eso mismo a identificarse con los insectos, y en especial con las abejas.
«Pero no es así, pluma caída, pluma de ave, dede luego, y ni siquiera se ha dado cuenta esos productos para impedir la calvicie, bueno ¡nada es claro!, tres hombres velados a la manera secreta de los que deben ocultarse porque saben, pero al lado de esta sabiduría que no es cotidiana, no tienen el menor sentido de lo cotidiano, ¡ y claro! caen en un pozo, que descuidadamente quedó abierto en medio de la calle pues era necesario arreglar las alcantarillas, una vez caídos allí y sucios los velos, tuvieron que abandonarlos, caminando, caminando, no es exacto nadando, ¿que si llegaron? quien sabe, se oye a medianoche, para ser clásicamente negros, quiero decir, negramente humorísticos. Una vida inocente, nada de temer, no de dolor ni de culpabilidad, el metro cuadrado alrededor es completamente seguro, pero…tantas abejas han entrado y se han puesto a fabricar miel que ya casi un metro y me llega a más de medio cuerpo no sé qué hacer, si siguen quedaré enterrada en miel, adorable manera de morir».
(De los cuadernos del archivo Gruen)
Junto a sus abejas antropomorfas, su obra está plena de otros animales: alacranes, centauros, mosquitos, bestias fantásticas, ciervos, hombres-pájaros, toritos, mujer-búho, lechuza, abejas antropomorfas, gato-helecho, pez-pájaro, perros, pájaros-paraguas, niño-mariposa, gallos, conejo, cisnes, vacas, arañas, zorros, camellos.
– Biografía corta de Remedios Varo: nace en Anglés, provincia de Gerona (España) en 1908. Su niñez fue una época de inventar, juzgar, ensayar, investigar y crear con el apoyo de su padre.
Profunda vida interior, contaba y se inventaba sus cuentos. De pequeña sintió la necesidad de expresarse para reflejar el mundo que la rodeaba. Alumna de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, comparte inquietudes con el grupo de la Residencia de Estudiantes. En 1929 viaja a París, regresa a San Sebastián y se casa con Gerardo Lizarraga.
Vuelven a París a completar su formación. De nuevo, regresan a Barcelona desde 1932 a 1937. Remedios trabaja además de en su obra, en el mundo publicitario.
Con el poeta Benjamín Pérez establece una relación sentimental y regresa a París, impregnándose del naciente movimiento surrealista. Año 1941, emigra a México. Amiga de Frida Kahlo y Diego Rivera.
En 1952 se casa con el político refugiado Walter Gruen. Con 55 años fallece de un ataque al corazón. Hasta el final de su vida no pudo vivir de la pintura, ganándose la vida como ilustradora publicitaria. Fallece en México en 1963.
Es en el museo de Arte Moderno de México donde podemos contemplar buena parte de su obra. Un par de frases pueden darnos una idea sobre Remedios: «No era una pintora de lo que veía, sino de lo que soñaba», y esta otra, «No merece la pena vivir sin arte».
– Notas sobre el movimiento surrealista. Uno de los movimientos más importantes del siglo XX, Es una manifestación eminentemente literaria, que surge con las teorías psicoanalíticas de Freud. No es un estilo de pintura, ni una manera de pintar. Se refiere más al asunto que la pintura expresa. Lo que expresa no es el mundo real, sino el mundo de los sueños y las realidades oníricas.Según André Bretón. fundador del movimiento, es un automatismo psíquico puro por el cual alguien se propone expresar, verbalmente, por escrito, o de cualquier otra manera, el funcionamiento real del pensamiento, en ausencia de cualquier control ejercido por la razón y al margen de cualquier preocupación estética o moral. Escultura, pintura, poesía, cine, teatro, moda…Miró, Dalí y Marc Chagall son buenos ejemplos de pintores surrealistas.
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