El MoMA, el famoso Museo de Arte Moderno de Nueva York, ha vuelto a sorprender este verano a sus visitantes. En este museo de formas imposibles y obras difíciles de describir, se ha podido admirar en su jardín una escultura convencional convertida en una singular colmena.
El artífice de esta curiosa experiencia es el escultor francés Pierre Huyghe (1962, Paris). La obra, creada en 2012, se llama Untilled (Liegender Frauenakt) [Mujer desnuda reclinada] y se ha ubicado hasta mediados del mes de agosto en el jardín de esculturas Abby Aldrich Rockefeller del museo.
Es la primera obra de este autor adquirida por el MoMA. Lo especial de esta escultura es que la cabeza de la mujer había sido reemplazada por una colonia de abejas, completamente operativa y que iba construyendo y rellenando sus panales como si su extraordinaria ubicación no tuviese nada de particular.
La obra se colocó a una distancia prudencial del camino y con un vigilante, para minimizar los encuentros no deseados entre abejas y visitantes. Sus progresos se podían visualizar también a distancia, mediante una webcam instalada para dicho propósito. Las abejas podían conseguir todo el agua y alimento que necesitan del cercano y extenso Central Park.
Huyghe intenta con esta obra sensibilizar a la población sobre la necesidad de velar por la buena salud de nuestro ecosistema.
Colocando la colmena en la cabeza de la escultura, intenta a su vez buscar una relación entre el cerebro del ser humano y el tantas veces estudiado comportamiento social de las abejas, poniendo el énfasis en la tradicional simbiosis que ha existido entre ambas especies a lo largo de los siglos.
La primera vez que se presentó esta escultura fue en Kassel (Alemania), donde fue aclamada por la crítica. Posteriormente fue incluida en una exposición retrospectiva del artista en el Centro Pompidou de París (Francia), en el Museo Ludwig de Colonia (Alemania) y en el Museo de Arte del Condado de los Ángeles (USA) (LACMA).
No es la única obra suya que incorpora abejas. En 2012, durante unos encuentros de arte contemporáneo en el anfiteatro romano de Arles (Francia), los asombrados visitantes observaron cómo un hombre paseaba por la arena del centro del recinto con un enjambre de abejas que acababan posándose en su cabeza como si se tratase de un casco. Nuevamente las abejas y la cabeza de un humano juntas.
A lo largo de su carrera, Pierre Huyghe ha sido reconocido con muchos galardones y puede presumir de haber tenido exposiciones individuales en algunos de los museos más prestigiosos del mundo, como la Tate Modern (Londres), el Museo Reina Sofía (Madrid) o el Museo Guggenheim (Nueva York).
Huyghe es conocido por sus sofisticados trabajos combinando seres vivos y elementos inanimados, explorando de un modo atípico las conexiones entre naturaleza y civilización. No sólo ha trabajado con abejas, también lo ha hecho con perros, hormigas, serpientes, peces o plantas. El resultado suele ser siempre sorprendente.
Como Untilled es una escultura viva, es necesario dotarla de un mantenimiento adecuado. De estas tareas se encargaba en el MoMA Andrew Coté, un apicultor local que visitaba la colmena dos veces al día, para supervisar la colonia y ajustar el tamaño caprichoso de los panales a la forma de la cabeza. Por la noche cubría la colmena con una caja protectora.
Andrew trabaja con colmenas por toda la ciudad y es fundador de la Asociación de Apicultores de Nueva York. Este interés por las abejas proviene de una larga tradición apícola en su familia, que se remonta a sus abuelos canadienses. Coté ha trabajado en todo tipo de experiencias educativas y comerciales con las abejas, pero esta era la primera vez que participaba en una actividad artística con ellas.
Como punto de partida, en abril se envió la escultura a su granja de Connecticut para que colocase los panales e introdujese un enjambre, que resultó ser de Brooklyn. Y después en junio se trasladó al jardín del MoMA.
Para asegurar el éxito del proyecto, previamente se puso en contacto con Adam Novicki, el apicultor del proyecto en la exposición de Los Ángeles, y viajó allí para ver la instalación y aprender de primera mano cuáles eran las dificultades a las que se tendría que enfrentar, en base a la experiencia de su antecesor.
También se puso en contacto con el apicultor encargado de la exposición en Alemania. Un trabajo muy profesional que ha garantizado el éxito de la obra.
En el tejado del museo se estuvieron manteniendo dos colmenas adicionales, por si durante la exhibición se necesitaba recurrir a ellas para asegurar el tamaño adecuado de la colonia. Estas “colmenas de refuerzo” se instalaron en unas hermosas cajas en forma de edificios neoyorkinos.
Al acabar su periodo de exhibición, la escultura será desmontada. El apicultor recuperará la colonia de abejas y el MoMA congelará la estructura de panales, para poder darle uso en el futuro.
Según aseguran los vigilantes de la obra, no ha habido picaduras entre los visitantes del jardín, posiblemente porque la gente no se acercaba innecesariamente.
Pero sí ha surgido algún chiste. Algunos decían que la mujer era “bee-headed”, juego de palabras entre “decapitada” (beheaded) y “cabeza de abeja” (bee-headed), que se pronuncian de la misma forma.
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