Aquellos turistas que llegan a la ciudad española de León saben que la basílica de San Isidoro es un monumento imprescindible que uno no puede perderse.
La fama se la lleva su cripta, la llamada “Capilla Sixtina” del arte románico.
Sin embargo, si miramos en la otra dirección, hacia el cielo, encontraremos un detalle artístico que tiene una historia muy interesante.
Se trata de la llamada Torre del Gallo de la basílica. Explicar el porqué del nombre es innecesario, ya que en lo alto figura una enorme veleta en forma de gallo.
La leyenda dice que con su canto avisaba al pueblo de la llegada de ejércitos enemigos.
Un refranillo popular leonés, asegura que: «quien el vino del santo Martino llega a probar, luego oye al gallo cantar…» en alusión a esta leyenda.
Cuando, a principios del siglo XXI, se decidió restaurar la torre (previamente al resto del templo), hubo que desmontar la veleta.
Los materiales utilizados parecían de cierta calidad (cobre recubierto de oro), lo que llevó a pensar que se trataba de una obra pensada para una ubicación importante.
Asimismo, los especialistas en la materia se dieron cuenta de que se trataba de una pieza con mucho potencial histórico y decidieron estudiarla.
En la investigación contaron, entre otros, con palinólogos (biólogos especialistas en el estudio del polen) y entomólogos (especialistas en insectos) de la universidad de León.
Los entomólogos descubrieron restos de nidos de “abeja albañil” del género Osmia en la pieza cónica sobre la que se sujeta el gallo. Estas abejas utilizan materiales terrosos para construir sus nidos y alimentan a sus larvas con polen. Se encontraron restos de mudas y larvas.
Analizando las tierras y el polen encontrados, los palinólogos constataron que tenían un origen geográfico diferente del que tenía ahora la veleta. Algunos afirman que podrían proceder de la zona del Golfo Pérsico. Aunque también podrían tener su origen en la zona sur de España, que durante la ocupación árabe, pudo tener plantadas especies orientales en sus ciudades.
Los historiadores aseguran que esta obra del siglo VI sería de estilo persa sasánida, anterior al Islam y parece ser la única que se conoce a nivel mundial de estas características.
No existe ninguna afirmación concluyente sobre el origen de esta obra de arte pero se sospecha que pudo llegar a León como obsequio o como botín de guerra.
Inicialmente no era una veleta.
Para protegerla de la intemperie, se decidió colocar en el tejado una réplica en bronce.
La pieza original se puede observar en el claustro de la basílica, junto a la famosa cripta.
Una excusa más para darse un paseo por esta bonita ciudad. ¿Te animas?
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