Así es, tal como suena. Colocar colmenas en las zonas verdes de los cementerios, en esos terrenos dedicados a enterrar a nuestros seres queridos y que en muchos países están dotados de amplias y cuidadas zonas verdes.
Si a la apicultura urbana le encantan los jardines urbanos, ¿por qué no poblar con abejas un cementerio bien cuidado, con suficientes recursos de miel y néctar?
Comenzamos con el cementerio de St. Paul en Baltimore (USA). Allí, junto a las tumbas de alguna personalidad firmante de la Declaración de Independencia, algún defensor de Fort Henry y varios generales de la Guerra de Secesión, vuelan las abejas.
Fue en el año 2011 cuando los empleados y estudiantes de la Universidad de Maryland, en Baltimore, colocaron la primera colmena.
Esta actuación formaba parte de un proyecto que buscaba enriquecer a los alumnos de la universidad con actividades ajenas a sus estudios, como producir su propia miel.
Según los responsables de este proyecto, los paisajes urbanos ofrecen oportunidades a las abejas para proveerse de polen y néctar y, de este modo, recoger una buena cosecha gracias al trébol, a las flores del tilo o al diente de león.
En primavera, alrededor de 25 estudiantes colaboraron en el montaje y pintado de dos colmenas. Los habitantes de la colonia, es decir, las primeras abejas, se encargaron por correo.
Todo el conjunto, las colmenas, las abejas y el equipamiento costaron menos de 1.000 $. Otro objetivo del proyecto es demostrar a los estudiantes que la apicultura puede ser sostenible a nivel medioambiental. Fuente: Baltimore sun.
El cementerio de Spring Grove y Arboretum de Cincinnati (USA) , del año 1845, no es sólo un camposanto, sino que tambien está incluido en el registro de lugares históricos y es un parque botánico de estilo victoriano.
En sus más de 300 hectáreas de extensión engloba unas 1200 especies de árboles y plantas. Una superficie tan amplia permite celebrar todos los años carreras ciudadanas, bodas en sus hermosas capillas, programas de huertas para voluntarios…y sí, incluso tener colmenas. En el 2010 el apicultor y profesor de biología Gene Kritsky instaló allí media docena de colmenas.
Atravesando el Atlántico, hemos encontrado cuatro ejemplos de colmenares en cementerios franceses.
Algo bastante lógico ya que Francia apuesta fuerte por la apicultura urbana, especialmente con fines divulgativos. Así, podemos encontrar colmenas en el cementerio ajardinado de Péronnière de La Roche-sur-Yon.
El proyecto, del año 2010, tenía como objetivo sensibilizar a la población sobre la importancia de estos polinizadores. Una asociación de apicultores locales, contando con el respaldo del municipio, se hace cargo de revisar las colmenas cada dos semanas en este cementerio de 34 hectáreas.
En el año 2011, al mismo tiempo que se mejoraba la biodiversidad y gestión de los espacios verdes, se instaló una colmena en el recinto del cementerio de Fontainebleau, en las proximidades del bosque. A esta primera colonia, le siguieron otras cinco más, gestionadas por una apicultora local.
Desde 2013, en Mennecy, los estudiantes de Biotecnología del liceo Marie Laurencin estudian la genética y la hibridación de las abejas en cuatro colmenas situadas en el cementerio. El lugar se eligió por su tranquilidad y por su proximidad al liceo.
El proyecto inicialmente fue un poco decepcionante, porque todas las colonias desaparecieron, debido posiblemente a los pesticidas utilizados en la zona. Pero el proyecto sigue adelante e incluso ya ha dado como fruto algunas vocaciones. Es el caso de una estudiante que quiere ser médico y combinar sus estudios con la apiterapia.
En el cementerio de Joncherolles (l’Ile-de-France), en el año 2014, se colocaron cinco colmenas en una zona de 17 hectáreas con árboles y arbustos, tratados sin plaguicidas.
Esta labor pertenece a un proyecto más amplio que persigue crear, desarrollar y promover un apiario para crear conciencia sobre la biodiversidad a través del conocimiento de las abejas.
Y, por supuesto, junto a estos proyectos orquestados por distintas entidades públicas o privadas, podemos encontrar también la conquista de camposantos de forma instintiva por las abejas.
En época de enjambrazón, se pueden encontrar grupos de abejas en los lugares más inimaginables, incluida la tumba de la familia Péron en el cementerio de Locmélar (Francia). El hecho de que uno de los fallecidos allí enterrados tenga el mismo nombre que Hervé Péron, el alma del colmenar-escuela del liceo agrícola de Nivot, en Lopérec, a menos de 30 Km, resultaba una coincidencia un tanto inquietante.
De hecho, en el blog de los bomberos de Zaragoza (España) también se relata cómo los bomberos desalojaron una colmena procedente de un enjambre y que se había instalado cómodamente dentro de una tumba. Fue en Octubre del 2012 y los bomberos le buscaron un alojamiento alternativo a las abejas, eso sí, alejado de los nichos.
Y dentro del anecdotario popular podemos encontrar historias en la prensa local sobre la presencia de enjambres de abejas en los funerales, provocando el pánico entre los asistentes, explicándose con especial detalle el número de personas picadas y la parte de su cuerpo afectada, así como si el enjambre acompañó a los familiares hasta el momento del enterramiento.
Nos podríamos remontar incluso a un suceso de 1901, que nos cuenta de la huida de los enterradores cuando fueron picados por las abejas, al intentar colocar el féretro en el hoyo.
En otra de estos noticias curiosas, se pudo comprobar que bajo el techo de una iglesia era dónde las abejas almacenaban su miel, la cual fue recolectada por la parroquia para, con su venta, engrosar sus arcas.
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