Hoy nos acercamos a la vida “y milagros” de Santa Rita de Casia (o Cascia), patrona de los imposibles.
Santa Rita nació en la aldea de Rocca-Porena, 5 km al oeste del pueblo de Cascia (provincia de Perugia, Italia) en 1381 y falleció el 22 de mayo de 1457.
Es abogada de las causas imposibles y de las mujeres maltratadas.
Ella desde siempre quiso ser monja, pero sus padres la obligaron a casarse con 14 añitos con un hombre más mayor que ella, mujeriego y maltratador.
Tras ser asesinado su marido y fallecer de muerte natural sus dos hijos, decidió retirarse en el convento agustiniano de Cascia.
En las imágenes se la reconoce por el estigma de una espina que tenía en la frente. Se la representa como una monja joven vestida con el hábito negro y correa de los agustinos.
Este es uno de los muchos casos en los que una santa no destaca por haber hecho algo extraordinario en su vida. Simplemente, la heroicidad de sus virtudes consistía en hacer bien las cosas cotidianas. Ahora bien, para ser reconocido como santo en la Tierra, no basta con la observación fiel y perseverante de los mandamientos, sino que tras su muerte son indispensables señales y milagros.
Para los cristianos católicos y ortodoxos la veneración de los santos forma parte de la fe popular.
La Iglesia romana los insertó en un complejo sistema con cuya ayuda se estructuró el año litúrgico.
Surgieron así rituales comunitarios: las festividades de los santos equivalían a días de fiesta laboral y los santos lugares se convertían en lugares de peregrinación.
La escultura y pintura proporcionaron cuadros, estatuas y relicarios. La literatura devota, anécdotas y leyendas con contenido pedagógico.
En este caso, cuenta la tradición “ritiana” que, siendo aún bebé, abejas blancas entraban y salían de su boca sin hacerle daño. Uno de los campesinos, viendo lo que ocurría, trató de ahuyentar a las abejas con su brazo herido y éste sanó inmediatamente.
Esto nos resultará familiar, ya que en el caso de San Ambrosio la creencia popular cuenta algo parecido.
Más aún, en los muros del monasterio donde Rita vivió y murió, se pueden encontrar abejas “murarias” a las que se llama “abejas de Rita” por el episodio de su infancia.
Según la tradición, 200 años después de la muerte de la santa estas abejas comenzaron a salir de los muros en Semana Santa y permanecían allí hasta el 22 de mayo, festividad de la santa.
Se dice que el Papa Urbano VIII, pidió que una de estas misteriosas abejas blancas le fuera llevada a Roma.
Después de un cuidadoso examen, le ató un hilo de seda y la dejó libre. Esta se descubrió más tarde en su colmena del monasterio de Cascia, a 138 kilómetros de distancia.
Rememorando todo aquello, la Beata Teresa de Casia (Madre Teresa Fasce), abadesa del monasterio, en 1938 fundó la colmena de Santa Rita (Alveare di Santa Rita), una obra social donde niños sin recursos reciben ayuda para enfrentarse a la vida. No se podía encontrar un final más dulce para tan bonita historia.
Entrada publicada originalmente el 19 de Abril de 2013. Última actualización: 25 de mayo de 2018
Otros artículos de mieladictos que te pueden interesar: