Quienes han dedicado algún momento en su vida a la observación de las abejas seguramente habrán podido ver cómo van transportando en sus patas el polen que recogen en las flores en forma de pequeñas bolitas.
El polen es una importante fuente de proteínas y las abejas lo utilizan como alimento (nosotros los humanos, como complemento alimenticio).
Ahora bien, quién se iba a imaginar que el polen también podría aclarar las circunstancias que han rodeado a un crimen.
La palinología, una disciplina dentro de la botánica que estudia el polen y las esporas, se puede aplicar al campo forense y en ocasiones ha sido de gran ayuda para saber el tiempo que un cadáver ha permanecido en un lugar, cuánto tiempo hace que la víctima ha fallecido, si el cuerpo se ha trasladado, etc.
Para averiguar todas estas incógnitas, basta con buscar partículas de polen en ropa y zapatos, en el suelo de un coche, incluso en la piel o en el pelo de las personas.
Ello es debido a que hay polen que no se distribuye con el viento, ya que su cubierta pegajosa, que se adhiere a las patas de los insectos, provoca que si no es gracias a ellos, apenas se mueva alrededor de su flor de origen.
La utilización del análisis del polen para resolver crímenes se empleó por primera vez en los años 60. Hoy en día series de TV como “CSI” o “Bones” lo incluyen con total naturalidad en sus investigaciones forenses, aunque a algunos de nosotros todavía nos parezca ciencia-ficción…
*La momia Ötzi, 3400 a.C. Fue encontrada en los alpes tiroleses en 1991 de manera causal, y resultó ser el cuerpo congelado de un hombre prehistórico.
De todas las pruebas que se le hicieron para conocer cómo fue su vida, se concluyó que este chamán había sido asesinado. Sabemos cómo le mataron por las heridas en su cuerpo y la flecha incrustada en su cuerpo, las enfermedades que tuvo, la edad, lo que comió los días anteriores.
Y gracias al polen encontrado en su estómago (una capa de polen carpe negro entre dos capas de polen de pino), sabemos que bajó y volvió a subir por la ladera de la montaña, huyendo de sus enemigos con poco éxito.
(Fuente: Momias, la derrota de la muerte en el Antiguo Egipto, de José Miguel Parra Ortiz).