Pensábamos que los egipcios utilizaron la miel, como otras civilizaciones, en el proceso de embalsamamiento de los cadáveres.
Estábamos equivocados sobre su uso en esta actividad, aunque sí aparece la miel junto a momias, con una finalidad diferente.
Se cree que fue alrededor del año 3500 a. C., cuando los egipcios comenzaron a pensar en la importancia de mantener el cadáver intacto para el caso de que existiera vida después del fallecimiento.
Mejoraron sus conocimientos, consiguiendo unas momias mediante preparación artificial, que no se descomponían con el transcurso del tiempo.
Poca información nos ha llegado de aquella época, pero se ha obtenido mucho conocimiento de sus prácticas mediante el estudio de las momias encontradas y lo escrito por autores posteriores.
Cómo se realizaba una momificación en el Egipto del siglo X a.C.
Después de morir, el cadáver se llevaba a una zona de purificación, para ser lavado con natrón (carbonato de sodio natural hidratado), que servía para retrasar la descomposición del cuerpo, debido a su acción deshidratante y conservante.
A continuación se realizaba la extracción de los órganos internos: el cerebro se sacaba normalmente a través de la nariz, y otros órganos a través de pequeños cortes en el cuerpo, siendo colocados en un recipiente aparte, en algunas ocasiones con el fin de conservarlos.
No se extraía el corazón, ya que pensaban que esta parte era fundamental en el juicio que los dioses realizarían sobre esa persona.
Posteriormente se secaba el cuerpo, para eliminar la posibilidad de actividad bacteriana que pudiera descomponerlo, espolvoreando natrón sobre él y manteniendo el cadáver en ese estado durante 35 o 40 días, para asegurar su completa desecación.
Con el cadáver «más seco que la mojama», se rellenaba la zona de la cabeza y del pecho con diferentes materiales, para disimular las arrugas y deformaciones que había provocado el proceso de vaciado y desecación, y así dar un aspecto más «humano al cuerpo».
Hemos leído que la cera de abeja se utilizaba en este proceso para sellar orificios. Finalmente se aplicaban resinas a la piel de la momia, para darle un carácter divino y evitar la proliferación de hongos.
Antes de envolver el cuerpo, se colocaban unos ojos artificiales, las joyas y anillos. El resto de amuletos, papiros, comida que acompañaba al difunto por si la necesitaba en la otra vida y el resto de joyas se dejarían sobre el cuerpo ya envuelto en el tejido de lino.
Una vez recitadas las oraciones y realizados los rituales mágicos delante de la momia, se daba el proceso por concluido.
Tumbas egipcias donde se ha encontrado miel
En forma de grabados, la miel aparece en la tumba de Pabasa, perteneciente a las XXVI dinastía (664 a 525 a.C).
Y junto a la tumba de Tutankamon (XVIII dinastía, 1336 a 1327 a.C), se encontró un recipiente cuya inscripción exterior indicaba que contenía miel.
No hemos encontrado documento científico que confirme este hallazgo, aunque si mucha rumorología sobre el buen estado de conservación de dicha miel.
De las diferentes teorías que intentan explicar la presencia de la miel junto a las momias, nos quedamos con dos de ellas: la primera afirma que las almas de los difuntos debían alimentarse adecuadamente si querían alguna vez regresar a la tierra y por eso aparece la miel y la segunda teoría se basa en la conocida utilización de la miel como ofrenda en los sacrificios a los dioses.
Quedan nuestros comentarios abiertos para quien quiera aportar algo de luz sobre el asunto, estaremos encantados.
(Nota de Septiembre 2018: Luis, un amable lector, nos deja en comentarios una evidencia de este hecho, el encuentro de la miel en la tumba de Tutanhamon, en un libro publicado).