Esta vez es José Núñez de Cáceres (1772-1846), nacido en la República Dominicana, el elegido por su fábula con temática abejil.
Además de fabulista, tuvo muchas otras ocupaciones durante su vida: militar, inspector de guerra, líder independentista, presidente del gobierno provisional, impresor, escritor, abogado, periodista, catedrático y rector de universidad, tesorero de la Hacienda pública y suponemos que alguna más.
Se exilió a Venezuela y México tras fracasar el intento de Independencia.
En el año 1821, estando todavía en Santo Domingo, funda el periódico «El Duende», donde se inició como fabulista, con el seudónimo » El fabulista principiante».
Aunque sólo alcanzó los 13 números, pudo publicar 9 de sus fábulas.
Considerado el más destacado exponente en el género de la fábula en su país, combina su intención moral con el rasgo satírico y polémico.
Fábula El abejarrón y la abeja
EL ABEJARRÓN Y LA ABEJA
Con mucho afán y gran zumbido un día
Iba un Abejarrón picando flores,
A tiempo que venía
A coger materiales una Abeja
Para hacer sus labores.
De ello el Abejarrón le forma queja,
Y haciéndole parar en su carrera,
Enfadado de habló de esta manera:
“Cansado estoy de oír tus alabanzas,
que yo no sé por qué te las tributan
todas son desconfianzas,
y misterios ocultos de tu obra:
si los bienes y males se computan,
parejas van las cargas, nada sobra,
y si das miel y cera en tus panales,
también das picaduras infernales.
Querido, nuestra Abeja le responde,
usted tiene razón, pero yo doy
la utilidad que dar me corresponde,
y aunque imperfecta soy,
por una picadura hago mil bienes;
en nada de esto tienes,
las flores sin provecho
destrozas, los maderos despedazas,
y por mi dardo estrecho,
tú encajas donde puedes dos tenazas.
¿Y no es modo de pensar muy recto,
que el que es útil y tiene habilidades
tal cual es se perdona su defecto?
Pero si son sus gracias falsedades,
Calumnia, robo y vicio sobre vicio,
¿Habrá lugar al mismo beneficio?”
Si el parecer alguno contradice
Téngalas con la Abeja que lo dice.
Núñez de Cáceres utiliza la figura del abejorro y de la abeja, para demostrarnos el cómo los hombres somos intolerables ante los defectos de los demás y se valen de ellos para humillar, pero no se dan cuenta de que las virtudes, aunque pocas, son las que ayudan a construir una sociedad mejor.