Se buscan abejas solitarias para habitar pequeños agujeros en ladrillos de arcilla y arena, en vecindario bien orientado al sol y algo ruidoso. Abstenerse avispas y abejas cuco.
Así podía empezar un posible anuncio buscando abejas Amegilla quadrifasciata, si eres de los que te gusta tener un jardín lleno de vida.
Esa abeja que puede interesarse por esta publicidad, es un poco gordita con rayas blancas y negras, así la llamo yo cuando la veo por el jardín.
Llegaba a media mañana a libar el néctar de las flores de lavanda o del romero, que se encuentran en nuestro patio y venía acompañada de otras abejas como ella, no más de media docena, eso sí, de diferentes tamaños, entre 10 y 12 mm.
Es de las abejas a las que no les gusta posar para las fotos, se mueve de flor en flor con más nerviosismo que la abeja de la miel, y a veces choca en su vuelo con sus compañeras que compiten con ella por el mismo recurso.
Es la Amegilla quadrifasciata o la abeja excavadora de bandas blancas, una abeja solitaria, que no forma colmenas.
Su nombre científico, Amegilla quadrifasciata, nos da muy buenas pistas sobre su aspecto, ya que se puede traducir como sin mandíbula y rodeada de bandas.
Destacan los expertos en este insecto, su largo órgano bucal, que le permite trabajar en flores donde otros insectos no llegan.
Y nos falta saber dónde vive, ya que si es excavadora…
Le gustan las pendientes, muros o paredes orientadas al sur, seguro que huye de zonas húmedas y frías. Para poder excavar necesita que la tierra no esté muy compactada y sin demasiada vegetación que le de sombra a su refugio.
En nuestro caso, ha utilizado una pared de adobe y cemento, y ha trabajado duramente para hacer todos esos agujerillos.
Dicen que en menos de una semana habrá construido el hogar desde cero.
Sus nidos son túneles donde depositará el polen y néctar recogido, que servirán de alimento para que la próxima primavera salgan del nido las nuevas abejas, que habrán pasado el otoño e invierno en forma de pupa.
Está extendida por Europa, Asia central y norte de África.
Os confieso que cuando me asomo a sus hogares, me inquieta ver esos 2 ojitos observándome desde su «cueva». Cuanto al menos 13 agujeros en ese trozo de pared, distribuidos de manera irregular, cada uno con 1 o 2 cabecitas que me vigilan.
Realizan una especia de labor de portería, y deciden quién puede entrar y quién no. Durante mi corta observación he visto como otras abejas excavadoras penetran en la cueva para salir a los poco segundos, ¿será que se ha equivocado de nido?
Y si me vais a hacer la pregunta de si pica o es peligrosa, deciros que no lo sé. Conmigo se han portado muy bien, nunca han abandonado su morada para atacarme. Eso sí, son ruidosas.
Lo que es cierto es que incluso en las abejas el amor parece triunfar, en alguno de estos nidos hay dos cabecitas asomadas… ¿será una de esas especies donde macho y hembra colaboran para sacar adelante a su prole?
Otra abeja excavadora que nos acompaña y alegra en nuestro día a día. Esperamos seguir descubriendo muchas más.
Entrada publicada originalmente el 10 de Julio del 2015. Última actualización: 11 de mayo de 2018