El titular del artículo lo deja bien claro: «Un autista encuentra en la apicultura su vocación«. Encontramos esta noticia en la prensa alemana, mas concretamente en el Hamburger Abendblatt y no hemos podido evitar traerla a nuestro blog.
Lo primero que hemos hecho es aprender sobre el austismo, y en concreto sobre el síndrome de Asperger, que es el trastorno neurológico que afecta al protagonista de este artículo.
Autismo. Es una alteración que se da en el neurodesarrollo de competencias sociales, comunicativas y lingüísticas y, de las habilidades para la simbolización y la flexibilidad, dañando la capacidad de una persona para comunicarse y relacionarse con otros. También, está asociado con rutinas y comportamientos repetitivos, tales como arreglar objetos obsesivamente o seguir rutinas muy específicas. Los síntomas pueden oscilar desde leves hasta muy severos.
Síndrome de Asperger. Se encuentra encuadrado en los TEA o Trastornos del Espectro Autista, aunque por sus competencias intelectuales y lingüísticas se mantiene como una entidad diferenciada del autismo clásico.
El síndrome de Asperger se manifiesta de diferente forma en cada individuo pero todos tienen en común las dificultades para la interacción social, especialmente con personas de su misma edad, alteraciones de los patrones de comunicación no-verbal, intereses restringidos, inflexibilidad cognitiva y comportamental, dificultades para la abstracción de conceptos, coherencia central débil en beneficio del procesamiento de los detalles, interpretación literal del lenguaje, dificultades en las funciones ejecutivas y de planificación, la interpretación de los sentimientos y emociones ajenos y propios.
Fuente: asperger.es
Autismo y colmenas una buena combinación
Florian Hirsch es alemán, tiene 20 años y vive con el síndrome de Asperger, y está en su última fase de formación para poder ejercer la profesión de apicultor. Su afición comenzó después de visitar un asentamiento apícola con sus compañeros de clase.
Al ser preguntado por las abejas, afirma que «su comportamiento social es sorprendente. Tienen diferentes puestos de trabajo que se pueden intercambiar a veces, haciendo de limpiadoras, de nodrizas de las larvas o de recolectoras del néctar y polen»
No tiene miedo a las picaduras de las abejas, ya que sabe que su cuerpo reacciona bien ante los picotazos. Ante preguntas que le pueden caer en el examen, como cuánto pesan 10 000 abejas, responde con precisión: cerca de 1 kilogramo.
Su tutor en la escuela de apicultura está convencido que aprobará sus exámenes. Afirma que Florian sabe exactamente lo que tiene que hacer, y las tareas que le quedan. Aunque a veces tiene dificultades al establecer prioridades en el trabajo con las abejas, por ejemplo en tareas como completar los libros de registro del colmenar.
Un técnico de rehabilitación y un pedagogo le acompañan un día a la semana en la escuela de apicultura. El objetivo es que Florian pueda conseguir su independencia en el trabajo.
Un día en la formación, que comparte con otros 7 compañeros, incluye en buen tiempo una visita a primera hora de la mañana a las colmenas. En las 500 colmenas deben averiguar si hay algún problema con la varroa, si existe presencia o no de alguna otra enfermedad, si está entrando néctar en la colmena…
La residencia universitaria donde convive con los otros aprendices de apicultor y el pequeño entorno social con el que convive, le ayudan.
Una característica típica del síndrome de Asperger es su repulsión hacia tareas o trabajos monótonos, como pudieran ser los trabajos de limpieza del interior de las colmenas o de cientos de cuadros de cera.
«La planificación es mi mayor problema. A veces tengo la intención de escribir informes, pero acabo arreglando mi moto. Me gusta practicar el ciclismo, es muy divertido. Jugar al badminton y correr también me gustan. Sólo los deportes de equipo no me gustan tanto».
Otro punto a mejorar en los autistas es la comunicación. Los autistas de Asperger suelen tener una falta de capacidad de reconocer intuitivamente las señales no verbales de otra persona. Muchos no saben leer las expresiones faciales ni los gestos, y tampoco entender ni el humor ni la ironía. Pueden interrumpir las conversaciones de otras personas con comentarios que no tienen nada que ver con el tema tratado.
Florian sí interacciona con sus compañeros de formación y tiene la firma intención de continuar con el aprendizaje hasta el final. Sabe que tendrá que completar los libros de registro de las colmenas para aprobar el examen. Al acabar su formación le gustaría continuar trabajando un año más en el Instituto de las abejas en Celle (Alemania).
Muy interesante este artículo, los he seguido y siempre estoy atenta a cualquier publicación de su blog.
Soy una apicultora de México y he tratado de capacitar a gente de la tercera edad para que adopten la apicultura como una actividad que les permita tener un ingreso económico adicional y al mismo tiempo puedan aprovechar los beneficios que aportan los derivados de la colmena.
Muchas gracias por la labor que hacen pues contribuyen para que podamos tener mas información al respecto.
Saludos.
Gracias por comentar. Y buena idea lo de intentar capacitar a gente de la tercera edad. ¡ Ánimo!